07 noviembre 2009

Dios guía la Evolución

Publicado por Grupo Asobe







Dios guía la Evolución

También conocida como «evolución teísta». Hay entre los religiosos moderados una postura muy común sobre la Evolución. Rápidamente niegan las afirmaciones de los creacionistas sobre que el Universo y la humanidad fueron creados de un plumazo hace 6.000 años. Reconocen que las evidencias contradicen esa afirmación. En su lugar, dicen que la Evolución funciona exactamente como dicen los biólogos, pero que ese proceso es guiado por Dios. Para darnos la humanidad, y la enorme diversidad de la vida existente.

Esta creencia la contradicen las evidencias de forma tan tozuda como contradicen el Creacionismo.

Nada en la anatomía, nada en la genética, nada en los registros fósiles o geológicos, o en cualquier manifestación de la evolución sugiere mínimamente una intervención divina.

Más bien al contrario. Si hubiese una mano divina guiando el proceso, la evolución habría procedido de forma radicalmente distinta a como lo ha hecho. Esperaríamos ver, entre los cambios anatómicos de generación en generación, al menos algún ejemplo ocasional de que la estructura cambia de forma no gradual. Esperaríamos ver —un ejemplo aleatorio— que la espalda o las rodillas humanas están diseñadas para un animal bípedo y no para un cuadrúpedo. Esperaríamos que el ojo humano no tuviese un punto ciego, y en su lugar nuestro ojo tuviese el diseño del del pulpo, que no lo tiene. Esperaríamos que nuestro nervio vago tuviese una ruta definida, y no diese cien vueltas hasta terminar mucho antes de donde sea que estuviese pensado que fuese a dirigirse. Esperaríamos que nuestra forma de analizar los riesgos, embutida en nuestra mente, fuese la de un animal cuya esperanza de vida supera los 70 años, y no la de uno que apenas debería superar los 35. Deberíamos ver... Y más, y más.

Y no son sólo los humanos. Esperaríamos ver agallas en las ballenas, dedos pulgares en los osos panda, o avestruces sin esas estúpidas alas.

Pero no vemos nada de eso.

En realidad vemos exactamente lo que esperaríamos ver si la Evolución fuese un proceso enteramente físico y natural. Vemos seres vivos con un diseño estúpido, ineficiente, diseños que no existen por razón convincente alguna, sino sólo para mostrarnos que el incrementalismo es una parte inherente al proceso físico de la Evolución. Vemos adaptaciones anatómicas restringidas por el hecho de que cada generación sólo puede ser mínimamente distinta de la anterior, sin saltos de calidad hacia versiones básicas completamente distintas. Estas mismas adaptaciones anatómicas también están restringidas por el hecho de que cada nueva versión necesariamente es una mejora sobre la anterior, o al menos no un deterioro. Existen grandes evidencias de que la Evolución procede de forma muy lenta, muy gradual, forzando a que la anatomía de cada generación sólo cambio muy levemente, si es que cambia, sobre la de la generación anterior.

No es como algo diseñado por un diseñador consciente, o simplemente manipuladas por él, funcionaría.

Incluso cuando un diseñador se atasca con los trazos de un diseño previo, puede hacer cambios no incrementales muy significativos. Puede quitar las vitrinas y poner en su lugar ventanas, o mover el horno al otro lado de la cocina, donde ahora está la nevera. Nada le obliga a ir moviendo el horno un centímetro cada semana, cada año o cada veinte años. Y no está restringido a un sistema en el que cada uno de esos centímetros necesariamente es mejor centímetro que el anterior. Tampoco a un sistema en el que, si el horno ha sido desplazado en una serie de mejoras incrementales, hay que dejar de moverlo si tapa la puerta, porque tapar la puerta es algún tipo de desventaja.

Desde luego, si ese diseñador es omnipotente, nada le obliga a mantener los trazos de un diseño previo. Nada le restringe. ¿Por qué un Dios todopoderoso y benevolente, capaz de alterar mágicamente el ADN, traería la vida al planeta a través de un proceso lento, cruel, violento e ineficiente? ¿Por qué idearía la evolución, en primer lugar?

Es cierto que hay evidencias de lo que a veces llamamos «saltos» en el registro fósil, evidencias que sugerirían que los cambios evolutivos a veces ocurren de forma más rápida de la prevista. Es un asunto controvertido, pero uno estudiado por biólogos evolucionistas muy respetados. Pero muchos creyentes en la evolución guiada por Dios se agarran a esta hipótesis como se agarrarían a la última oferta de un supermercado, patético.

Aún llamarlos «saltos rápidos» resulta confuso. Rápido, en términos evolutivos, significa «teniendo lugar en cientos de años y no en miles de años». Como las recientes investigaciones demuestran, hay cambios evolutivos que tienen lugar sorprendentemente rápido, incluso en décadas, y aún son procesos naturales de acumulación de pequeños cambios, alteraciones incrementales en cada generación sobre la anterior. Exactamente lo que esperaríamos si la Evolución fuese un producto enteramente natural y físico, basado en la descendencia con modificaciones. Así que incluso si la hipótesis del salto rápido —o del «equilibrio puntuado— es cierta, no apunta a que Dios maneja la evolución. Ni por lo más mínimo.

De nuevo: No hay la más mínima evidencia que apoye la idea de que Dios guía la Evolución. Y son millones las pruebas que sugieren lo contrario.