03 diciembre 2009

La naturaleza cruel

Publicado por Grupo Asobe

Los creacionistas suelen basar sus ideas respecto al origen del universo y de la vida en una supuesta perfección de la naturaleza, en una visión idílica y bastante limitada del mundo natural. En el Evangelio se atribuyen a Jesús las palabras "Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?" (Mateo 6:25-26). Supongo que más de un pájaro, si supiese leer y hablar, tendría bastantes comentarios que hacer a esta "sabia" afirmación, su trabajo y esfuerzo les cuesta a las aves conseguir su alimento, estoy seguro de que se preocupan mucho de encontrar comida y sí, las aves también pasan hambre y también mueren de hambre. Basten dos ejemplos (hay cientos) para rebatir esa idealizada visión de la naturaleza, de un mundo perfecto creado por un dios justo y bondadoso:

El cuco común

Las hembras de esta especie depositan un único huevo en el nido de otras aves. Cuando el pequeño cuco sale del huevo se encarga de matar a los polluelos de la especie parasitada, o se deshace de los otros huevos si estos aún no han eclosionado, con el fin de acaparar todo el alimento que la desafortunada "madre adoptiva" se encargara de traer de forma regular, alimentando, sin saberlo, al "asesino" de sus hijos.


La avispa parásita




Para reproducirse, las hembras de este insecto inyectan sus huevos en el interior de orugas vivas. Las larvas de la avispa crecerán en el interior de su huésped alimentándose de sus tejidos para finalmente salir al exterior perforando el cuerpo de la oruga y tejiendo sus capullos de crisálida sobre el infortunado animal. Lo más sorprendente es que la oruga herida dedicará sus últimos momentos de vida a tejer una capa protectora sobre las crisálidas de la avispa y defenderá a sus parásitos de posibles atacantes hasta que finalmente muere lenta e irremediablemente sin transformarse nunca en mariposa.