13 marzo 2010

Mujer, Dios no te ama.

Publicado por Grupo Asobe


Mujer y Religión (tomado de Etiopica)

Las religiones monoteístas han sido machistas. Y no sólo porque en el catolicismo, el islam y la iglesia ortodoxa se impida el sacerdocio a las mujeres. Sino porque las psoturas tradicionales estuvieron a favor de negar los derechos de educación, voto, libre pensamiento, igualdad, etc.

Hoy en día el islam es el más fiero agresor de la libertad de la mujer en el mundo. Bajo sus reglas del siglo séptimo se prohibe a la mujer salir a la calle sin la compañía de un varón, a heredar de las misma manera que un varón, a educarse (tal como lo prohiben los talibanes en Afganistán), o acusan a la mujer de provocar a sus agresores en casos de violación, también las mujeres adulteras son condenadas a morir apedreadas (lo que no ocurre con los hombres infieles), tal pena también es aplicable a las mujeres lesbianas, y su testimonio ante los jueces no tiene el mismo valor que el de un hombre (lo que fomenta la impunidad en casos de violación).

Esta misoginia es la que quieren defender los clérigos islámicos en Europa, y la que consideran imposible de atacar, a no se que queramos ser acusados de islamofobia o de intolerancia religiosa.

La Iglesia Católica (ICAR) hace lo mismo en Occidente, pero los dientes de esta bestia están desgastados en Europa. Desafortunadamente en Latinoamérica los obispos siguen presionando para que los rosarios legislen sobre los ovarios de las ciudadadanas. Hoy en día las Confeencias Epíscopales son las principales agencias contra el aborto en casos de violación y mal formación del feto, así como también en caso de riesgo de muerte de la madre.

Los tres grandes cultos monoteístas nacidos en el medio oriente mantienen en sus textos sagrados una concepción androcéntrica y en muchas ocasiones nos revelan una visión patriarcal y machista más o menos explícita. Estas religiones fueron proyecciones de las tradiciones de sus sociedades, y como todas las religiones continúan siendo una forma de explotar la ignorancia y los sentimientos: el deseo y el miedo para, a través del denominado pensamiento mágico realimentar y perpetuar esas tradiciones. La religión judía y más tarde el cristianismo y el Islam fueron la consecuencia de la evolución de las sociedades patriarcales donde surgieron, a causa de esto, nacieron y se constituyeron profundamente machistas. Para empezar Yahveh se dirige en la Biblia al macho de la especie humana:

"No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo." Éxodo 20: 11

Y deja a la mujer en la situación de ser "pertenencia" del hombre. Más atrás la Biblia nos cuenta porque esto es así:

"Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente." Génesis 2

El primer ser viviente creado por Yahveh es el hombre. Una vez confeccionados los árboles, los ríos y acomodado el hombre en el jardín del Eden, el dios bíblico dice:

"No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada. (Génesis 2:18) Entonces Dios el Señor formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué nombre les pondría. (Génesis 2:19)"

Finalmente la "ayuda" que podían otorgarle los animales no convenció a ambos y Yahveh decide extraer a Eva del cuerpo de Adán.

"De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre" Génesis 2:22

El inicio de la Biblia nos revela que sexo había sido prioritario para Dios y que sexo fue creado como una "ayuda" o "compañía adecuada". En el siguiente capitulo del Génesis para precisar la prioridad de un sexo respecto al otro y el sometimiento del sexo femenino, Yahvé dice:

"Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor. Desearás a tu marido, y él te dominará." Génesis 3:16

Este versículo también atribuye el deseo sexual a la mujer y no al hombre. La mujer es caracterizada como un ser de deseo y pasiones: más emocional y menos racional que el varón.

Los versículos anteriores (Génesis 3:1-6) relatan como Eva es la primera en caer ante el engaño de la serpiente. Todo esto sería de gran trascendencia para los apologistas cristianos posteriores, que basándose en esos textos justificaron las ideas que los filósofos griegos y la sociedad helenística mantenían sobre la "debilidad natural" del género femenino. Hay que resaltar que el primer relato del Génesis es sin embargo simétrico:

"Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó," Génesis 1: 27

Pero en concordancia con sus sociedades, no fue esta versión la que se impuso. La mayoría de los propagadores de la fe judía, cristiana o islámica tomaron en cuenta el segundo relato del Génesis a la hora de explicar la naturaleza de la mujer y su situación en el mundo. El Corán, por ejemplo, menciona la segunda versión del Génesis en dos ocasiones -surate VII, 189; XXXIX, 6- mientras que ésta primera versión del mito no se cita nunca.

Como en otras culturas tribales del planeta también los antiguos redactores de la Biblia se interesaron por controlar y definir el parto y la menstruación de la mujer. Crearon restrictivas normas para estos casos. Consideraban a la menstruante o a la mujer que había dado a luz, como sucia e "impura". Su "impureza" contaminaba también a los otros:

"Cuando una mujer tiene su flujo regular de sangre, la impureza de su período mensual durará siete días, y aquello que toque estará impuro hasta la tarde. Cualquier cosa sobre la que se acueste durante su período será impura, y sobre la que se siente. Quien toque su cama deberá lavar sus ropas y bañarse con agua, y estará impuro hasta la tarde. Quien toque algo sobre lo que ella se haya sentado deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y estará impuro hasta la tarde. Ya sea la cama o algo en lo que ella se haya sentado, cuando alguien lo toque, estará impuro hasta la tarde." Levítico. 15:19-23.

En el Antiguo Testamento podemos encontrar historias de heroínas, como Ester o Debora, pero estos personajes femeninos están colocados para defender el nacionalismo religioso judío y en ningún momento mejoran la orientación sobre la mujer que tiene la Biblia.

En algunos pasajes del Nuevo Testamento la actitud del mesías del cristianismo frente a las mujeres es diferente respecto al tratamiento que dan al sexo femenino otros hombres célebres en los anteriores textos bíblicos. Son versículos en los que se hace cobrar protagonismo a ciertas mujeres junto al mesías (Juan 8:1-11, Juan 4:7-26, Juan 11:25-27, Juan 20, Mateo 15:21-28, Marcos 7:24-30, etc.). Pero Jesús no hace explicitas referencias a los roles sociales de los dos sexos, por lo que sería absurdo extraer la idea de que el mesías cristiano, un hombre del siglo I, estaba pensando en llevar a las mujeres al mismo estadio que disfrutaban los varones.

La inusual orientación de Cristo en los Evangelios revela un cambio respecto a la tradición judía, pero ese cambio antes de pretender elevar el estatus de la mujer parece más la actitud proselitista de un movimiento religioso naciente que luchaba por extenderse llamando la atención de las capas de la sociedad más desfavorecidas, haciendo hincapié en sus textos en la relación del propio mesías con humildes pescadores, con los pobres, los enfermos, los desheredados y las mujeres.

Desde el catolicismo se ha dicho que el trato humanista (en algún punto igualitario) que se le da a la mujer en el cristianismo en relación a los textos judíos anteriores debe mucho a la importancia de la figura de Maria la madre de Cristo. Pero apenas hay espacio en la Biblia para Maria, los evangelistas casi no hablan de ella. La importancia de la Virgen tiene más relación con el sincretismo católico posterior que fue desarrollándose conforme los paganos absorbían el cristianismo, y surge del culto popular a las diosas egipcias y griegas. En cualquier caso, antes de que se redactaran los evangelios que contextualizarían la figura de Cristo, el apóstol Pablo ya había dejado escritos los preceptos necesarios para impedir cualquier interpretación que pudiera darse en contra del machismo o a favor de la igualdad de los sexos dentro de la sociedad cristiana original.

"Ahora bien, quiero que entiendan que Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo." I Corintios 11:3

Para dejar instaurada de un modo simbólico esta jerarquía entre la divinidad y los dos sexos en relación a su lugar en la sociedad, el apóstol utiliza la tradición mediterránea del velo.

"Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta deshonra al que es su cabeza. (I Corintios 11:4)

En cambio, toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra al que es su cabeza; es como si estuviera rasurada. (I Corintios 11:5)

El hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer es gloria del hombre. (I Corintios 11:7)

De hecho, el hombre no procede de la mujer sino la mujer del hombre; (I Corintios 11:8)

ni tampoco fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre. (I Cor 11:9)

Por esta razón, y a causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre la cabeza señal de autoridad. (I Cor 11:10)

¿No les enseña el mismo orden natural de las cosas que es una vergüenza para el hombre dejarse crecer el cabello, (I Cor 11:14)

mientras que es una gloria para la mujer llevar cabello largo? Es que a ella se le ha dado su cabellera como velo. (I Cor 11:15)

Si alguien insiste en discutir este asunto, tenga en cuenta que nosotros no tenemos otra costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios. (I Cor 11:16)

"El cabello largo de la mujer y el velo durante la adoración se utilizan como símbolos para manifestar su "subordinación al esposo y su deseo de honrarle". En I Pedro podemos leer respecto a los "deberes conyugales":

"Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas" I Pedro 3:1

Y Pablo diría:

"Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive: pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido." Romanos 7:2

Las corrientes integristas de nuestros días más apegadas al cristianismo original y que no desechan estos versículos a causa de su contexto histórico (o que al menos encuentran en ellos el modelo hacia el que debe tender la familia) aun suelen distinguir entre la "inferioridad" y la "sujeción".

"Casadas, estad sujetas á vuestros maridos, como conviene en el Señor." Colosenses 3:18

"Las casadas estén sujetas á sus propios maridos, como al Señor." Efesios 5:22

"Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo. 5:23

"Así que, como la iglesia está sujeta á Cristo, así también las casadas lo estén á sus maridos en todo." 5:23

"Cada uno empero de vosotros de por sí, ame también á su mujer como á sí mismo; y la mujer reverencie á su marido." 5:33

La mujer no es para ellos y ante Dios, inferior al hombre:

"Sin embargo, en el Señor, ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer." I Corintios 11:11

La mujer es simplemente subordinada en su asociación con el hombre. Tiene su lugar propio, mas no es el lugar del varón. Hay una asociación entre los sexos, pero en la que las mujeres se encuentran "sujetas" al hombre. En el cristianismo original el machismo acababa en la frontera con la divinidad y en la promesa del "reino de Dios", pero ésta frontera nunca debía traspasarse en el presente, en la "vida terrenal", en la vida pública, en el hogar, en los templos:

"Como en todas las iglesias de los santos, las mujeres cállense en las asambleas; que no les está permitido tomar la palabra, antes bien estén sujetas como también la ley lo dice. Si quieren aprender algo, pregúntenlo a sus maridos en casa: pues es indecoroso que la mujer hable en la asamblea... Si alguien se cree profeta o inspirado por el Espíritu reconozca en lo que escribo un mandato del Señor." I Corintios 14: 33-34

Si "los desheredados" promovieron el cristianismo en los primeros tiempos, esto seguramente incentivó cierta igualdad coyuntural. El poder de gestión de la iglesia se encontró hasta cierto punto más repartido entre los dos sexos. Pero a medida que el cristianismo era aceptado por la mayoría de la sociedad, se denegaba la igualdad concedida a las mujeres en los primeros años.

Con la adopción por parte del Estado de la religión cristiana esta breve coyuntura finalmente desapareció y los "padres de la iglesia" retomaron las posturas paulinas, que posiblemente por un tiempo habían sido discretamente olvidadas en beneficio de la causa, y aun retornaron a las costumbres más misóginas de la tradición judía.

Ya en el siglo III las mujeres menstruantes no podían acercarse al altar en los templos, y hacia el siglo VII habían sido revitalizados todos los mitos sobre el poder destructor de la sangre menstrual. El parto fue considerado de nuevo como una experiencia contaminante. Hacia finales del siglo VI la ceremonia cristiana de la "misa de parida" ponía en práctica a través de la figura ritual del sacerdote los preceptos del Levítico:

"Cuando una mujer conciba y dé a luz un niño, quedará impura durante siete días, como lo es en el tiempo de su menstruación. (...) La madre deberá permanecer treinta y tres días más purificándose de su flujo de sangre. No tocará ninguna cosa santa, ni irá al santuario, hasta que termine su período de purificación. Si da a luz una niña, la madre quedará impura durante dos semanas, como lo es en el tiempo de su menstruación, y permanecerá sesenta y seis días más purificándose de su flujo de sangre." Levítico 12: 2-4-5

Entre los primeros que se ocuparon de revitalizar las instrucciones paulinas resalta Tertuliano, uno de los apologistas más importantes del siglo III, primero que escribió en latín. Tertuliano exaltó la ortodoxia y luchó contra la herejía al manifestar que sólo los portavoces autorizados de la Iglesia podían interpretar las "Escrituras". Sobre las mujeres dijo:

"¿No sabéis que cada una de vosotras es una Eva? La sentencia de Dios sobre nuestro sexo persiste en esta época, la culpa, por necesidad, persiste también. Vosotras sois la puerta del infierno. Tú eres la que empezaste el árbol prohibido. Tú eres la primera que desertaste de la Ley divina. Tú eres la que le convenció a él, a quien el diablo no se atrevió a atacar. Por causa de tu mérito, que es la muerte, incluso el hijo de Dios tuvo que morir."

Doscientos años más tarde, hacia finales del siglo IV, San Juan Crisóstomo obispo de Constantinopla, famoso orador de su época, llamado "boca de oro" por su gran elocuencia, repetía el argumento:

"¿Qué ocurre con las demás mujeres, si (corromper a Adán) fue un acto de Eva? Sí, en verdad, son débiles y frívolas... Pues aquí se nos dijo que no sólo Eva sufrió el engaño, sino que "la Mujer" fue engañada. La palabra "Mujer" no debe aplicarse a una, sino a todas las mujeres. Por tanto toda la naturaleza femenina ha caído en el error."

En las mismas fechas San Agustín, obispo de Hipona, considerado uno de los más importantes filósofos de la antigüedad, (sus "Confesiones" y "De civitate Dei" se encuentran entre los clásicos del catolicismo) decía sobre la mujer:

"Lo que la diferencia, ya sea esposa o madre, es que es aún Eva la tentadora, de la que nosotros debemos protegernos en cualquier mujer... Yo no veo la utilidad que puede tener la mujer para el hombre, con excepción de la función de parir a los hijos."

Además de argumentar sobre la naturaleza más débil de las mujeres (por su participación en el abandono de "la gracia") y su "impureza" periódica, la iglesia reconstruía su papel de madres a través de la mitificación de la Virgen, con el objetivo de relegarlas de nuevo a sus roles tradicionales. Esta argumentación recurrente y la misma política respecto a la mujer continuo en las iglesias europeas desde que se institucionalizó el cristianismo hasta nuestros días. Los apologistas cristianos realimentaron durante milenios las tradiciones de su sociedad.

Ocho siglos después de San Agustin, Tomas de Aquino también conocido como "Doctor Angélico" y "El Príncipe de los Escolásticos", uno de los mayores introductores de la filosofía aristotélica en la teología cristiana, pensaba al igual que Aristóteles que:

"A lo que se refiere a la naturaleza individual, la mujer es defectuosa y mal parida, desde el momento que la fuerza activa de la semilla masculina tiende a la producción de una similitud perfecta en el sexo masculino; mientras que la producción de una mujer deriva de un defecto en la fuerza activa o de alguna indisposición material, o de alguna influencia externa." Ag52-62

"El padre debe ser mas amado que la madre, pues el es el principio activo de la procreación, mientras que la madre es tan solo el principio pasivo".

Trescientos años después y mil trescientos desde Tertuliano, Martín Lutero reformador y revitalizador del cristianismo, decía de las mujeres:

"Déjenlas tener su hijo y hagan lo que puedan; si mueren: benditas sean porque seguramente morirán en la noble labor y de acuerdo a la voluntad de Dios... Han visto que débiles y enfermizas son las mujeres infértiles; aquellas bendecidas con muchos hijos son mas sanas, más limpias y más felices. Pero si eventualmente se desgastan por tener hijos y se cansan y se mueren, eso no importa. Dejen que mueran pariendo, para eso están aquí." (Sobre la Vida Matrimonial, 1522)

Y cuatrocientos años después, en 1930 el Papa Pio XI escribía en su encíclica sobre el matrimonio cristiano:

"La sociedad doméstica que es el matrimonio debe ser reforzada por el orden del amor que implica la primacía del marido sobre la mujer y los hijos y la sumisión solícita de la mujer así como su obediencia espontánea."

Casi dos milenios separan a Tertuliano en los inicios de la expansión del cristianismo hasta el Papa Pio XI, durante los cuales las expresiones de los apologistas y los conservadores del mensaje cristiano en cuanto al rol de las mujeres se limitaron a reproducir el contenido machista de los evangelios.

En el cristianismo actual no se suele tener conciencia de estos hechos, se celebra en cambio que en los evangelios se hable de la "igualdad de los creyentes" olvidando los textos bíblicos expuestos aquí, inspirados por el dios del cristianismo y que fundamentan y han caracterizado el cristianismo, olvidando que en estos textos como en otros, los evangelios no hablan tanto de la igualdad terrenal como de la igualdad "en el espíritu" o "hacia Dios" (Mt:10,24-25; I Tm:6,1; Tt:2,9; I Tm:6,1):

"Esclavos, obedeced a los amos según la carne con sumisión y respeto... sabiendo que cada cual, conforme al bien que hiciese, eso es lo que recibirá del Señor, sea esclavo, sea libre" (Efesios 6: 5-8; Colosenses 3: 22; I Pedro2: 18)

El cristianismo, seguramente urgido por un mensaje que prometía la inminente llegada del "reino de Dios", nunca tuvo entre sus objetivos acabar con ningún tipo de desigualdad social "en este mundo", como expresó San Agustín:

"Es por esto que el Apóstol (Pablo) invita a los esclavos a permanecer sumisos (...) hasta que pase la iniquidad y que, toda soberanía y poder humano aniquilados, Dios todo esté en todos."

Como el "reino de Dios" tardaba en llegar, ochocientos años después de San Agustín, Tomás de Aquino parece que trató de reglamentar esta situación:

"Tratado de la justicia: Solución 2: el esclavo es un objeto de su amo; Cuestión 58, artículo 7, solución 3: El grupo doméstico implica tres conjugaciones: entre esposos, entre padres e hijos, entre amos y servidores; donde se ve que una de las personas (así conjugadas) es un objeto de la otra..."

Coincidiendo con Pablo en la dirección en la que debían situarse amos y servidores, maridos y esposas:

"Tú eres (Dios) quien somete a las esposas a sus maridos... y pone a los maridos sobre sus esposas (...). Tú enseñas a los esclavos a ser fieles a sus amos (...)."

Como expresión de sus nuevas sociedades la evolución de las grandes religiones monoteístas orientales desde el cristianismo al Islam representó quizá una gestión más "ordenada" del machismo que practicaban las bandas de pastores nómadas. Pero el cristianismo es como el fruto del café: oscuro, aunque nos parezca un objeto más claro si lo ponemos sobre un montón de carbón. Los textos sagrados de los monoteísmos orientales encierran un mensaje machista. En ellos se parte de una idea: a causa de la debilidad física y mental de la mujer, el varón debe ser el guía y principal proveedor de recursos de la familia. Y como ocurre en cualquier otra esfera social, quien genera y controla los recursos suele tener la fuerza para imponer su autoridad. Una vez se consigue la autoridad se establece el vinculo exclusivo del varón con Dios: conforme al texto bíblico (Génesis 17:1-12), solo los varones reciben "el signo de la alianza" con Dios (la circuncisión, realizada al octavo día del nacimiento).

"Este será mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu simiente después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros." Génesis 17:10

La Biblia es misógina, la mujer es tratada como un ser imperfecto, contaminante y peligroso (Eclesiastés 7:26-28, Levítico 12: 1, 2-5, etc); nos la presentan directamente como una pertenencia (Éxodo 20:17, Deuteronomio 21: 11-14 Jueces 21: 7 10-12, Jeremías 8: 10 2, Samuel 12: 11, etc) o menos valorada que el varón (Levítico 27:2-3-4, Deuteronomio 22: 13-21, etc).

Misoginia que deviene de una religión de rasgos tribales y fue, hasta en las más oscuras épocas de nuestra historia identificable por muchos intelectos.

Las versiones posteriores de las religiones monoteístas continuaron apoyándose en el mensaje misógino de la Biblia para desplegar toda suerte de argumentos cada vez más sutiles con el objetivo de dirigir y especializar a las mujeres en la vida y el trabajo domésticos, hacia la maternidad y la crianza, haciéndolas dependientes de los hombres. De ese modo mientras se insistía en su función de madre, (no sólo por medio de los textos bíblicos sino también a través de iconos surgidos posteriormente como el de de la Virgen Maria), se explicaba, ya desde el mito de Eva, a la mujer como un ser mentalmente más débil: más sentimental, irracional y pasional que el hombre, y por lo tanto no tan apta como éste para dirimir los asuntos de la comunidad. Pablo de Tarso resumió estas ideas en un versículo magistral por lo sintético:
"La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán sino la mujer, que seducida, incurrió en transgresión. Con todo se salvará por su maternidad, mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad." I Timoteo 2:11-15
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