17 agosto 2010

El viaje hacia el Poder

Publicado por Miguel A. Pazos Fernández

De todos es sabido que “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo marcó todo un hito en la filosofía y en la teoría política venidera. Escrito en el siglo XVI y dedicada a Lorenzo de Médici, Maquiavelo dispuso en su obra su ideal de príncipe perfecto (esto sería el Estado), dando instrucciones sobre cómo debería de mantener el poder. A pesar de que en el libro no se menciona para nada la frase (es más, la frase la diría por primera vez Napoleón Bonaparte en un prólogo que hizo del libro) su teoría política pasó a la historia por “el fin justifica los medios”.

Maquiavelo no podía imaginarse en lo que se convertiría su obra: una obra pragmática, razonada y bien escrita acabaría convirtiéndose en una idea temible para la humanidad. ¿La razón? Que a partir de entonces políticos de poca moralidad, pensando más en mantenerse en el poder a costa de ahogar al individuo que en servir al individuo (como, tristemente, ocurre hoy en día con la infinita mayoría de los políticos) pasarían a tomar El príncipe como ejemplo a seguir para mantener su poder y su fatal arrogancia.

Tanto es así que en la edición que yo tengo viene un prólogo de Benito Mussolini, el fatal dictador, que escenifica muy bien sus ideas en pocas líneas: “No puedo atenuar el juicio de Maquiavelo sobre los hombres (…). Debería agravarlo. La antítesis (…) entre Estado e individuo, es, en el concepto de Maquiavelo, fatal (…) los individuos tienden, empujados por sus egoísmos, a la atomización social, el Estado representa una organización y una limitación (…). Pocos son aquellos héroes que sacrifican su propio yo en el altar del estado.”

En definitiva, que, como en el socialismo y el nazismo, en el sistema político del fascismo los hombres tienen que sacrificarse por un ente todopoderoso, el Estado. Todo aquel individuo que ose plantar cara al estado escudándose en su invididualidad debe ser reprimido, puesto que es escoria. Tristemente este ideal es compartido por gran parte de los dictadores, muchos de ellos teniendo a Maquiavelo como ejemplo a la hora de mantenerse en el poder.
Es difícil encontrar alguna razón por la que esta situación no sea tan mala. Pero la hay. Que Mussolini tuviera como ejemplo a Maquiavelo significa que, a pesar de que sus ideas eran temibles, era un hombre preparado. Algo que se exige continuamente en política para llegar alto. Sin embargo, hay extremos opuestos.

Gordon Brown es el mejor ejemplo que se puede poner actualmente sobre cosas que no hacer para poder seguir en el poder. ¿Cuál es la razón por la que Gordon Brown dinamitó toda esa herencia valiosísima para el laborismo que le había dejado Tony Blair? Si preguntamos a los británicos, Tony Blair ha pasado a la Historia como un buen primer ministro. Un primer ministro laborista que se puso al lado de una administración neoconservadora como era la americana, que introdujo empresas privadas en la Sanidad pública, y que, además, durante los primeros años de mandato vivió de la extraordinaria herencia que había dejado la administración tory. Eso era el “nuevo laborismo”. Un laborismo que seguía siendo intervencionista, pero que estaba más amoldado a la sociedad británica, con algún tinte conservador.

La razón por la que Brown se cargó esta herencia es desconocida. Y no fue exactamente porque quisiera volver al antiguo laborismo; su objetivo era hacer una política continuista. La explicación más convincente es una: que, efectivamente, Brown no se había leído a Maquiavelo, que no estaba preparado para la responsabilidad que tal cargo requiere, y que se ganó la impopularidad del electorado con medidas encaminadas a invadir desde el Estado la vida privada de los individuos.

Ahora mismo tenemos diferentes ejemplos en la política internacional con diferentes extremos. Por un lado, Obama va en caída libre. Lo último, mostrar su apoyo a que construyan una mezquita en el lugar donde cayeron las Torres Gemelas. Algo en lo que, a pesar de que nos parezca mal, no se puede prohibir si es una obra privada, ya que se sentaría un precedente terrible de cara a la libertad individual (cosa distinta es si se sufragara y se mantuviera con dinero público; aunque un presidente tampoco debe mostrar apoyo a esta u otra religión, ya que se tiene que limitar a defender la libertad de culto).

Por otro lado, tenemos al presidente español: Zapatero. Uno de los mejores ejemplos para vivir manteniéndose en el poder. Toda su política es fruto de una ignorancia profunda, pero es astuto. O, mejor dicho, ha tenido a gente astuta a su lado que le ha ayudado a mantener el poder. Nadie ha podido con él, y solamente la sombra de la crisis económica y política en España y su incapacidad de manejarla podrá acabar con él.
Maquiavelo, un filósofo fatal. Pero seguramente no era su intención. Pero sí por la que ha pasado a la historia.