09 diciembre 2010

Extraña decisión


Cuando su amiga le dijo lo que ella pensaba, las dudas que rondaban su cabeza se disolvieron. Ahora comprendía a cabalidad el error cometido.

- Tengo que irme. Gracias por todo, te llamaré y te contaré novedades.

Su amiga era ahora la sorprendida, sin decir nada más él tomó su chaqueta, se levantó y comenzó a correr en una dirección desconocida para ella.

No había tiempo, y él buscaba acabar con todo esto lo más rápido posible. Cuando ya sus piernas le decían que no iba a poder seguir corriendo, se detuvo y al tomar aire, pensaba que era lo que tenía que hacer. Ahora caminaba, cada paso era una idea que chocaba en su mente, se detenía casi por inercia en los cruces de vehículos y la verdad es que chocó varias veces con personas y con animales.

Cuando tomó la decisión, solo el golpe de una mujer que le pedía que se corriera del camino logró “despertarlo” Con un objetivo claro y con una meta propuesta, comenzó a caminar nerviosamente, luego a trotar y finalmente las ganas y la ansiedad lo vencieron. Corría como nunca en su vida, todos lo dejaban avanzar.

Aun cuando había llegado a su destino, la misión no era cumplida a cabalidad. Era menester esperar. Caminaba en círculos, iba y volvía. Repetía eso una y otra, y una y otra vez. La ansiedad, literalmente lo mataba. Pero sin mayor aviso, se encontraba donde él quería estar.

La miró directamente a los ojos (como nunca antes lo había hecho) y le dijo nerviosamente:

-Hola… Te vine a… necesito hablar contigo.

Ella sin colocarle mucha atención, y mientras miraba su celular le respondió despreocupada:

-Continua te estoy escuchando.

Tomó aire, dio un par de pasos, la abrazó con fuerza e intentó besarla. No se preocupó de donde estaba, ni que estaba su pololo cerca, no pensó en nada, ese beso era un verdadero kamikaze.

Mientras caminaba de vuelta a su depto, tomó el celular, se colocó los audífonos y sintonizó su radio favorita. Caminaba por esa ciudad que tanto amaba, la recorría tranquilo, su mente y corazón estaban ya en paz. En el viaje, escribía un mensaje de texto para su amiga: Todo está bien. Conversamos a la noche en msn.

Ahora iba a estar solo, ya se imaginaba cuantos días tendrá que enfrentar, dando explicaciones por lo que acababa de hacer. Pero estaba calmado, había hecho algo increíble, para muchos una locura. Pero para él era necesario, tan necesario como respirar, debía intentar robar ese beso, necesitaba tener la certeza de que ella nunca se lo daría, necesitaba generar ese problema para así distanciarse y poder olvidarse de ella…

Sergio Bazaes Castillo.-