20 enero 2011

La caída y nacimiento de los imperios

Por los Mil años de la ecuánime China de hoy y de la sabia China de los que les sucederán!

Los embusteros se visten hoy de negro, vea; no eran blancos, eran ellos mismos; negros y torpes, ingenuos, difuntos.
Que tales cualidades son en efecto condimento para los fuertes y dominadores por destino.

Y así como la imponente crisis evidenció a la nación de los vulnerables, expuso al nuevo romano, aunque no tan romano, también indio, árabe, griego, egipcio, chino y algo americano, aún más "habilis" y aún no tan "sapiens".

Astutos en silencio recorren los campos que más lejos a sus virtudes aluden el complemento. La necesidad les avoca, ofreciendo grata y solemne recepción. ¡Oh vil curiosidad taciturna! Agradece el valimiento si odia al establecido o protege en la unión al débil y torpe en la desgracia. ¡Fortaleza o destrucción! Sea en la esclavitud prontamente reconocida, o libre en la libertad de las sociedades en el final de sus tiempos. ¡Porque no hay herida que sane cuando a quienes hieren son entes de Paz!

Si no hubieren sido usurpado, violado en la armonía de su existencia y en su propio hogar, prospero y fecundo ya en los tiempos de oro y plata, que robado e impuesto por la insolencia del joven aspirante ¡Observa si aquel a aquellos perdona!


editándose La caída y nacimiento de los imperios