24 abril 2011

Corazones

Publicado por Yareli

Al cumplir 16 años, la gente sencillamente se abría el pecho con la naturalidad con la que se abre una ventana y sacaba su corazón, íntegro, palpitante. Lo sostenían un momento y examinaban casi con la misma indiferencia con la que se da vuelta a una página cuando se lee un texto aburrido.
Vi corazones de todos los tipos, corazones de poetas que parecían cobrar vida y sacar una fuerza sobrenatural, arrojándose contra el suelo en espera de explotar como kamikazes antes de tocar el suelo. Corazones que parecían dormirse entre las manos que los sostenían y acunarse bajo la alcantarilla más pestilente sin que se inmutara su ensueño. Corazones que a veces ponían resistencia a la mano que los arrancaba y a veces agradecían la libertad sin saber qué harían con ella minutos más tarde. Centenares de historias de corazones rotos y dueños que seguían vagando por el mundo creyendo aún poseer uno propio. De este modo los corazones eran arrojados al suelo, como se echaría un gallo al ruedo, como la moneda en el brocal en espera de un deseo.