08 mayo 2011

In memoriam Ernesto Sábato

Publicado por Yareli


Ya que no bastan -pensaba- los huesos y la carne para construir un rostro, y es por eso que en infinitamente menos físico que el cuerpo: está calificado por la mirada, por el rictus de la boca, por las arrugas, por ese conjunto de sutiles atributos con que el alma se revela a través de la carne. Razón por la cual, en el instante mismo en que alguien muere, su cuerpo se transforma en algo distinto, tan distinto como para que podamos decir «no parece la misma persona», no obstante tener los mismos huesos y la misma materia que un segundo antes, un segund antes de ese misterioso momento en que el alma se retira del cuerpo y en que éste queda tan muerto como queda una casa cuando se retiran para siempre los seres que la habitan y, sobre todo, que sufrieron y se amaron en ella. Pues no son las paredes, ni el techo, ni el piso lo que individualiza la casa sino esos seres que la viven con sus conversaciones, sus risas, con sus amores y odios; seres que impregnan la casa de algo inmaterial pero profundo, de algo tan poco material como es la sonrisa en un rostro...

Sobre héroes y tumbas (fragmento)


Como la mayoría de la gente, le entré a Sábato con El túnel y, como a muchos, me desesperó el protagonista. Me preguntaba como Castel podía ser un personaje tan castrante, tan obsesivo e insano, poco después me di cuenta de que la recepción de Sábato es una de las más interesantes que hay en la literatura latinoamericana contemporánea: lo odias o lo amas, como ocurre con muchos otros textos brillantes. Imagino que se debe, en gran medida, a que nos dice cosas que no queremos saber, algo semejante a lo que ocurre con el otro argentino del que tanto hablo: Arlt, quien no recibió buena crítica de El juguete rabioso hasta pasadas muchas generaciones después y ahora, nos encontramos con las nuevas generaciones que siempre vuelven a él, como Piglia, Pauls, Aira, incluso. Leer a Sábato es una invitación al ejercicio de la confrontación personal, una puerta abierta al pasado y al continuo fluctuar del fracaso personal y colectivo. Si bien su narrativa se ubica en Argentina trasciende porque convergen tanto la sangre americana como la europea, se desgarran, destruyen, se reinventan; cualquier latinoamericano puede penetrar en su literatura y de antemano, sabrá que no le va a gustar lo que va a encontrar ahí, pero sabrá también que sólo criticamos aquello que amamos o nos trastoca. De ahí que como Paz, por mencionar un ejemplos, tenga tantos desertores, o se le quiera comparar con escritores como Onetti. pero no debemos perder de vista que utilizan recursos semejantes para hablar de cosas distintas, el amor, el erotismo, la muerte o el fracaso mismo tienen su propio orden dentro del texto que no expresará lo mismo en otro autor. Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador, sus otras novelas conforman una trilogía de desesperanza, cada una más desgarradora que la anterior. Muchos le cuestionan el no haber dejado más de su obra, pero a mi parecer, escribió lo justo, lo que tenía que decir y no se contaminó como tantos otros autores que por contrato editorial sacan novela por año... y así les quedan.
Léanlo.