27 octubre 2011

Whisky en las Rocas


El excusado llevaba unos buenos días descompuesto. Jalabas la palanca y no podías saber a ciencia cierta si se llevaría la cosa, o no. En el último de los casos había que llenar un cubo con agua y verterlo con fuerza. Era una lata. En especial cuando Betty venía a casa. Betty tenía una fuerte aversión hacia su propia caca. Entraba al sanitario y si la palanca se rehusaba a hacer lo suyo, yo tenía que hacerme cargo. Lo hacía con gusto, vamos, más o menos como un hombre hace todo por una tía a la que se quiere cepillar. (Ver más...)

Escrito por Martin Petrozza