31 julio 2011
La caída del Estado de Israel
30 julio 2011
Cambio de Polos
"Será muy difícil para China crecer sin mantener la inversión a niveles elevados, y el corolario será a largo plazo un crecimiento insostenible de la deuda"
Nota: China es un sistema controlado en gran parte por el Estado y no por el sistema privado, la venta de las entidades publica, mediante una abertura de los herméticos principios sociales predominante en su cultura, amortizaría en gran parte un colapso de su economía al corto plazo.
28 julio 2011
Asteroide frente a la tierra - El asteroide 2010 TK7 está a unos 80 millones de km de la Tierra
Científicos revelan los factores que permiten construir la buena fortuna
Diversos estudios demuestran que la suerte no es algo que "llega", sino que una situación que cada persona puede construir y cambiar
Conozca aquí cómo transformarse en un "suertudo".
1 Crear redes sociales positivas
Una de las claves de la buena fortuna es la red social con la que nos relacionamos. Así lo afirma Wiseman, quien aplicó una serie de test para saber qué características diferencian a las personas que se sienten con suerte de aquellas que creen ser menos afortunadas. Descubrió que las personas afortunadas eran más extravertidas que las que no lo eran y que además tendían a generar redes sociales positivas, es decir, se relacionan con gente a las que les iba bien o que eran un aporte para sus vidas. Los "no afortunados", en cambio, tenían escasas redes y la gente con la que se relacionaban tendían a ser negativas o pesimistas. Para Wiseman, aquí no hay magia, sino lógica: una red social positiva y amplia aumenta las probabilidades de tener mejores oportunidades en la vida.
2 Tener una actitud relajada frente a la vida
Las pruebas realizadas por Wiseman también constataron que las personas que decían ser afortunadas tendieron a ser más tranquilas y relajadas que la mayoría y que quienes se sentían poco afortunados. Según el experto, esta característica les permite a las personas tener más probabilidades de darse cuenta de las oportunidades que se les presentan. Nuevamente no hay azar, sino que capacidad de medir las cosas con calma para tomar buenas o malas decisiones.
3 Evitar supersticiones
Las creencias pueden marcar la diferencia entre los afortunadas y los que no lo son. El estudio de Wiseman reveló que el 82% de las personas que se definieron con mala suerte creen en el horóscopo y las supersticiones, mientras el 80% de quienes se sienten afortunados creen que las situaciones dependen de sí mismos.
Esto pasa porque las personas con buena fortuna tienden a tener buenas expectativas y usualmente esperan que el futuro sea bueno para ellos. En este plano, la confianza es clave. Y aunque algunas personas creen que tienen buena suerte por "cosas mágicas" como un amuleto de la buena suerte, la ciencia ha demostrado que el secreto está en la confianza. Así lo demostró un estudio realizado por la U. de Colonia, en Alemania, en que los científicos pidieron a un grupo de voluntarios que les llevaran sus amuletos para tomarles una fotografía. A la mitad de ellos se los devolvieron y a la otra mitad se les dijo que debían fotografiarlos nuevamente y se los entregarían más tarde. A continuación todos los participantes fueron sometidos a un test de memoria. Los que tenían el amuleto consigo alcanzaron mejores resultados. Ellos dijeron sentirse más seguros y se pusieron metas mucho más altas que quienes no tenían su amuleto durante el test.
4 Escuchar las corazonadas
Las personas con mala fortuna tienden a ignorar sus corazonadas y luego se arrepienten de sus decisiones. A veces, lo que es percibido como "suerte", en realidad es que el cerebro ha dirigido a la persona, de manera subconsciente, hacia la situación ideal cuando se presenta la oportunidad. Una función conocida como percepción preventiva, la cual potencia la acción de las neuronas en relación con una meta, aún antes de que el cerebro la identifique de manera consciente. Es generada, en parte, por el lóbulo frontal del cerebro.
5 No echarse a morir
Gracias a los test aplicados a personas afortunadas y desafortunadas, Wiseman constató que la gente afortunada suele olvidarse de los acontecimientos desafortunados que les han sucedido y se centran en su buena suerte. Sus recuerdos positivos, luego, hacen que se sientan felices y afortunados, y esto, a su vez, les lleva a pensar en otros momentos cuando las cosas funcionaron bien para ellos. Esto produce un espiral que los fortalece ante eventos adversos. Otro hallazgo: las personas con mala suerte no evalúan por qué no han tenido éxito en el pasado, lo que los hace repetir sus errores. Los "afortunados, en cambio, toman sus fracasos como una oportunidad para aprender. Así, realizan acciones concretas para prevenir la mala fortuna en el futuro.
Otras claves
- Estar dispuesto a hacer el intento
- Los afortunados tienden a asumir riesgos, aunque las posibilidades de éxito sean muy bajas. Según un estudio de la U. de Leicester, los pesimistas tienden a evitar las situaciones de resultado incierto, mientras los optimistas ven que sus posibilidades se maximizan sólo por la incertidumbre.
- La buena fortuna actúa como un imán
- Un estudio de la U. de Harvard determinó que los niños entre cinco y siete años suelen juntarse más con personas que se benefician de eventos incontrolables que quienes son víctimas de situaciones no intencionales, aun cuando no manejen ninguna otra información sobre ellos.
- Estar abierto a nuevas experiencias
- Muchas veces las buenas oportunidades son desperdiciadas por el miedo a tener experiencias nuevas y desconocidas. Según Wiseman, las personas que están dispuestas a vivir nuevas experiencias tienen más probabilidades de encontrarse con buenas oportunidades.
FUENTE LA TERCERA DOMINGO 27 DE MARZO 2011.
La vida oculta del ajedrez. Por Claudio Gutiérrez
Para el profano o el que conoce el ajedrez apenas superficialmente es éste un juego abstruso, deshumanizado, en el que dos personas con mucho tiempo disponible ni ningún deseo de conversar hacen cálculos complicadísimos y abstractos como forma sobremanera anormal de entretenerse. Aunque estoy muy lejos de ser un experto en el juego (la verdad es que casi todo el mundo me gana) le tengo mucho cariño y le he dedicado suficiente atención como para haber superado esa opinión del profano.En realidad, creo tener una pequeña idea de lo que podríamos llamar la vida oculta del ajedrez.
Ante todo, es un error considerarlo un juego abstracto, desenraizado de la realidad. Es un juego realista por excelencia, si tomamos como dimensiones fundamentales de la realidad el espacio y el tiempo. En el ajedrez todo sucede en el espacio y a través del tiempo, como en la vida real; sólo que en el juego estas coordenadas son más simples y claras que en la vida real. Pero los axiomas espacio - temporales valen igual: dos cosas no pueden estar en el mismo lugar al mismo tiempo, y el tiempo pasado no puede revivirse. He ahí la primera consecuencia educativa del ajedrez: nos prepara para la seriedad de la vida al mostrarnos en toda su crudeza los límites de la realidad.
Se dice del ajedrez que es un juego lógico; a mí me parece mucho más un juego histórico. Se equivoca quién crea que los elementos o unidades de juego son las fichas, con sus distintas reglas de movimiento. Las unidades elementales del juego son las situaciones, tan ricas y variadas como las situaciones históricas. Saber jugar es saber distinguir situaciones, y poder decidir de manera intuitiva las distintas posibilidades, promesas y amenazas, que la situación entraña. La capacidad de cálculo ayuda, pero sólo como un factor; más importante es la capacidad de memoria y reconocimiento, la capacidad de esperar con propiedad efectos iguales en situaciones parecidas, la capacidad de decidir cuando las situaciones son parecidas.
El ajedrez nos enseña, entre otras cosas, la necesidad del compromiso; si no nos comprometemos de una manera irreversible, mediante ciertas jugadas, nada lograremos. Y el valor del riesgo, que es inevitable: toda movida crea debilidades, que son el precio que pagamos por los beneficios de nuestra mayor movilidad o mejor defensa. No podemos evitar comprometernos ni arriesgarnos; exactamente como ocurre en la vida. El "quid" de la cuestión está en saber comprometerse y arriesgarse inteligentemente.
Pero quizá la enseñanza más valiosa que podemos derivar del ajedrez es la preeminencia de la calidad del juego sobre el resultado del mismo. Al buen ajedrecista no le interesa vencer por vencer. Le interesa vencer a quién y cómo. Le interesa ante todo y sobre todo la calidad de la partida, incluso si resulta vencido. Aplicado a la vida: es la excelencia de nuestro modo de vivir, no los resultados objetivos que consigamos en la vida lo que realmente importa.