Nada me inspira;
ni siquiera el sol,
ni siquiera la luna.
El mar me ahoga,
la montaña me esconde,
el desierto me seca
y el campo me ciega.
Nada me inspira,
nada, nada...
Los sueños se esfuman,
Los amores se tuercen,
La bebida se amarga,
El bocadillo desgasta.
¡Oh Dios, Piedad!
Que la muerte encanta
A la familia aleja,
A los amores olvida
Y a los sueños rebasa.
Andrés C.