16 junio 2009
El Reflejo
Cuando murió Narciso, las flores de los campos quedaron desoladas y solicitaron al río gotas de agua para llorarlo.
-¡Oh!- les respondió el río. -Aun cuando todas mis gotas de agua se convirtieran en lágrimas, no tendría suficientes para llorar yo mismo a Narciso: yo lo amaba.-
-¡Oh!- prosiguieron las flores de los campos -¿Cómo no ibas a amar a Narciso? Era hermoso.-
-¿Era hermoso? -preguntó el río.
-¿Y quién mejor que tú para saberlo?- dijeron las flores. -Todos los días se inclinaba sobre tu ribazo, y contemplaba en tus aguas su belleza...
-Si yo lo amaba...- respondió el río -es porque... cuando se inclinaba sobre mí, veía yo en sus ojos el reflejo de mis aguas.
El Reflejo
2009-06-16T17:13:00-04:00
Anónimo
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