Dices... y se te acaban los dedos
de tanto contar los ecos dentro del refrigerador
cuando confundes la vigilia con el hambre
y te conformas con imaginar que esto podría ser real
mientras te acuestas pensando en "la posibilidad"
con la panza llena
y el corazón cascado.
Tú tienes hambre,
yo tengo sed.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)