De todos es sabido que
“El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo marcó todo un hito en la filosofía y en la teoría política venidera. Escrito en el siglo XVI y dedicada a Lorenzo de Médici, Maquiavelo dispuso en su obra su ideal de príncipe perfecto (esto sería el Estado), dando instrucciones sobre cómo debería de mantener el poder. A pesar de que en el libro no se menciona para nada la frase (es más, la frase la diría por primera vez Napoleón Bonaparte en un prólogo que hizo del libro) su teoría política pasó a la historia por “el fin justifica los medios”.
Maquiavelo no podía imaginarse en lo que se convertiría su obra: una obra pragmática, razonada y bien escrita acabaría convirtiéndose en una idea temible para la humanidad. ¿La razón? Que a partir de entonces políticos de poca moralidad, pensando más en mantenerse en el poder a costa de ahogar al individuo que en servir al individuo (como, tristemente, ocurre hoy en día con la infinita mayoría de los políticos) pasa
rían a tomar
El príncipe como ejemplo a seguir para mantener su poder y su fatal arrogancia.
Tanto es así que en la edición que yo tengo viene un prólogo de Benito Mussolini, el fatal dictador, que escenifica muy bien sus ideas en pocas líneas: “No puedo atenuar el juicio de Maquiavelo sobre los hombres (…). Debería agravarlo. La antítesis (…) entre Estado e individuo, es, en el concepto de Maquiavelo, fatal (…) los individuos tienden, empujados por sus egoísmos, a la atomización social, el Estado representa una organización y una limitación (…). Pocos son aquellos héroes que sacrifican su propio yo en el altar del estado.”
En definitiva, que, como en el socialismo y el nazismo, en el sistema político del fascismo los hombres tienen que sacrificarse por un ente todopoderoso, el Estado. Todo aquel individuo que ose plantar cara al estado escudándose en su invididualidad debe ser reprimido, puesto que es escoria. Tristemente este ideal es compartido por gran parte de los dictadores, muchos de ellos teniendo a Maquiavelo como ejemplo a la hora de mantenerse en el poder.