-Ella no tiene ningún tiempo ni espacio
más que el de su oscura pieza entre sus pinturas
pequeñas de poemas en el humo pasivo y
debajo de su cama murciélagos y un cuchillo
para querer asesinar palabras flotantes-
24 marzo 2009
19 marzo 2009
¡Keynesianos del mundo!
Tengo un amigo de Juventudes Socialistas que confunde el “sistema de los banqueros” con el “sistema capitalista”. Luego acaba declarándose keynesiano (eso de que el ahorro es igual al consumo no se lo creía ni él). El sistema monetario imperante no es muy liberal. La moneda la controla Papá Estado; y los Bancos Centrales, primitos del Estado, intervienen los mercados crediticios.
De hecho bajar los tipos de interés al 1 %, como hizo Greenspan en 2001, no es muy liberal. Incluso es keynesiano. Crear problemas de la nada con tal de que haya más empleo público también lo es. Quizá por eso el actual Nobel de Economía, Paul Krugman, neokeynesiano de pro, defendió la guerra de Irak (desde el punto de vista económico; políticamente está en contra) porque, desde su punto de vista, actúa como “Programa Público de Trabajo”.
La Reserva Federal es otro organismo inservible que está metido de lleno en las causas de esta crisis. Hay que optar de una vez por abolirla. La política de bajar tipos de interés ya citada por parte de Greenspan es un claro ejemplo. Ron Paul ya ha pedido acabar con la FED.
Lo que habría que hacer es acabar con los Bancos Centrales. Son un sistema de planificación económica como otro cualquiera. Con libertad monetaria los bancos comerciales emitirían su propia moneda. Pero, si no fuera posible acabar con los Bancos Centrales, sí sería posible que pusieran en práctica todo lo contrario de lo que han hecho hasta ahora: que pongan en marcha unas tasas altas para fomentar el ahorro (que es demanda futura), y que la gente adquiera responsabilidad y sepa dónde mete el dinero. Por otro lado, tendría que poner tipos de interés altos, que, aunque implican menor crecimiento, no generan inflación protegiendo a las familias de la misma.
Pero Keynes no había más que uno. Y él tenía una decencia adquirida que los neokeynesianos no tienen. Éstos confunden “neocon” con “liberal”, aunque los primeros sean de lo más intervencionista que se ha visto en tiempo. La prueba es que con Bush el gasto público aumentó a un ritmo increíble.
Keynes le confesó en privado a Hayek que, al final, perdió su debate. Que Hayek lo ganó. En la misma conversación Keynes dijo que los keynesianos “son unos tontos”. Que se entere Krugman.
12 marzo 2009
Ojos de perro
– No está muerto, ¿verdad? –dijo Dalia
–No, está dormido– le dije.
Sin embargo, aún no puedo dejar de pensar en esos ojos de perro mirando al horizonte, soñando con un mundo que no deja de girar, como un revolver.
08 marzo 2009
El sabor libertario del cine
Si no lo estás todavía estás cometiendo un grave error. No te dejes llevar por la crítica “especializada”. Tildar esto de cutre “obra menor” es de locos. Que sí, que son un par de jardines, un par de casas y un Gran Torino GT. Pero precisamente de su sencillez irradia su calidad. Gran Torino es un compendio de la obra de Clint. Un drama sentimentaloide, sí, pero que nace de un tipo duro como el protagonista, Walt Kowalski.
Walt es alguien hecho a sí mismo. La vida le ha dado bofetadas que han ido cimentando su carácter. La última, la pérdida de su mujer. Sencillo arranque. Si a eso le añadimos que el barrio está lleno de asiáticos y él es racista, tenemos todo lo que necesitamos saber.
Y entre ese mar, tenemos un sabor extraordinariamente liberal-libertario. Nos encontramos una adulación al esfuerzo individual y personal y al “american dream” que tanto gusta al maestro Clint. Y también nos encontramos con una defensa de la propiedad personal y privada, aunque pase por defenderla a tiros (por no hablar de la cara-poema que pone cuando el hijo decide en su lugar por su vida).
¿Egoísmo? No. Ni siquiera como lo entendemos en la actualidad. Tampoco el racional. Es una película que trasciende de todo eso. Como dijo Fonseca, es íntima. Y además, conlleva una filosofía moral totalmente personal. No deja de sonar diferente, por mucho que hayamos visto la misma situación, que un jodido racista se encariñe con la vecina familia asiática hasta tal punto de defenderla a muerte.
Y al final, deja a un lado prejuicios y a la propia familia biológica para entregarse al joven Thao, al que le enseña los valores imprescindibles para sobrevivir; el trabajo, el mérito, el esfuerzo... En definitiva, los mismos valores que a él le han hecho grande. Chapó por Clint. Mezcla el sentimentalismo de Million Dollar Baby rescatando como protagonista a Harry. Ha hecho una película grande, como a lo que nos tiene acostumbrados.