31 diciembre 2009

Gitanos y Gordos

Publicado por Grupo Asobe

Esta opinión hace referencia al recien resuelto caso mediático del niño de Orense.





Los padres del niño obeso de Orense se niegan a declarar el paradero de su hijo, al que se niegan a entregar a las autoridades “de momento”. Cómo puede ser que se siga permitiendo, en pleno siglo XXI, los gitanos sigan pretendiendo tomarse la justicia por su mano. Ya es bastante el hecho de que se trate como se trata a las gitanas, pero el gobierno hace la vista gorda porque los gitanos intentan hacerlo de tapadillo. Ahora parece que la cosa ha llegado demasiado lejos, están chuleando a las autoridades.

Esperemos pues que cojan pronto al desafortunado niño gordo de Orense, del que se teme por su salud, para que los padres puedan ser procesados. A fin de cuentas, el niño va a tener el enorme privilegio de separarse de unos padres que inculcan valores contra la vida, contra el gobierno y contra su propia dignidad.

Y es que ya hace falta no tener conciencia para dejar que un niño de 5 años engorde hasta los 86 kilos. ¿Qué pretendían, comerse al niño?



28 diciembre 2009

Irás al paraíso

Publicado por Grupo Asobe


La idea del paraíso eterno, el cual Dios pone a disposición de todo humano que haya cumplido en la vida terrenal sus preceptos y una serie de mandamientos y comportamientos acordes con los dogmas religiosos, no es más que un concepto lleno de contradicciones y situaciones irracionales y paradójicas.
Primeramente, un Dios que crea un mundo en el que de antemano sabe que hay dos grupos marcados: la gente que irá al infierno y la gente que será “salva” e irá al paraíso, no puede ser otra cosa más que un Dios malvado, que considera su creación como una diversión o una especie de circo personal.
Pero para los fines de este artículo, obviaremos esto último, y nos centraremos en el concepto de paraíso eterno.
¿Qué entendemos por paraíso eterno? Según las creencias religiosas, una persona que ha llevado una vida buena (en relación a lo que dichas creencias consideran “bueno”) y que ha respetado las leyes de Dios, al morir merece estar en un lugar hermoso, libre de pecado, libre de sentimientos negativos, en donde todo es perfecto. Ese lugar se conoce como paraíso. El paraíso es eterno, porque si lo que se ha hecho en la vida terrenal es bueno, la persona gana el derecho a estar por toda la eternidad en dicho paraíso.
Hasta aquí, el concepto puede parecer sensato, sobretodo a los creyentes. Sin embargo, veremos que es un concepto lleno de contradicciones y absurdos.
Primeramente, el paraíso supone que hay paz absoluta. Esta sola suposición trae consigo una cascada de consecuencias: al haber paz absoluta significa que no hay desacuerdos entre las personas (más precisamente, entre las almas); si no hay desacuerdos en absoluto entonces quiere decir que el pensamiento que cada persona poseía antes de morir, ya no es el mismo. Es decir, la esencia única de la persona se pierde al morir. Si la esencia de la persona se pierde al morir, entonces quiere decir que la persona ya no es la misma. Incluso, viéndolo más profundamente, se podría decir que las almas presentes en el paraíso eterno son una especie de robots, sin pensamiento propio y sin diferencias de opinión entre ellos.
Toda la forma de pensar, las opiniones, los conocimientos, los gustos y preferencias, los sentimientos, etc., se pierden en el dichoso paraíso. De no suceder así, entonces tendríamos un paraíso en el que las personas opinarían diferente (tal y como lo hacían en vida), preferirían cosas diferentes (tal y como lo hacían en vida), sentirían cosas diferentes (tal y como lo hacían en vida), etc.
Esta perfección que se supone es característica del paraíso, supondría que todos piensen igual y que todos sean idénticos en cuanto a las características emocionales. De lo contrario, la perfección se rompería.
Después de imaginar este hipotético escenario “paradisíaco”, las palabras del Dr. Weirde resultan muy apropiadas:

Si pensar libremente por uno mismo es un boleto seguro al infierno, las conversaciones en el cielo deben ser terriblemente aburridas.”

Y es que este concepto de paraíso eterno es extremadamente absurdo y paradójico, ya que se supone que debería ser un lugar en el que uno se sienta a gusto, y desarrolle su potencial espiritual al máximo. En lugar de esto, tenemos robots espirituales idénticos y sin personalidad. Si eso es lo que los creyentes piensan que Dios desea para ellos, pues deberían pensarlo detenidamente.
Por otro lado, los “malos” van al infierno, en donde se quemarán y sufrirán por la eternidad. Yo me pregunto si un espíritu inmaterial puede sufrir a causa del fuego; incluso me pregunto de qué manera puede sufrir un espíritu y para qué desearía el absolutamente bondadoso Dios que sus hijos sufran de la forma en la que él describe. ¿Acaso no son el paraíso eterno y el infierno, premio y castigo respectivamente, absolutamente injustos para cualquiera? ¿Acaso una vida de 80 años es suficiente para juzgar en dónde y en qué condiciones estará una persona por la eternidad? ¿80 años vs el infinito?
Y es que los simples conceptos de paraíso eterno e infierno eterno llevan consigo consecuencias lógicas altamente conflictivas entre sí.
Resulta evidente la tremenda falacia que constituyen las creencias religiosas, que en todo caso, sirven para dar falsas esperanzas o temores infundados acerca de nuestra naturaleza. Y lo peor de todo ello es que se basan en conceptos arcaicos y endebles, totalmente alejados de la realidad y de la naturaleza humana.

Ah ¿Y los perritos también van al cielo? jajaja

Por Eduardo Briones R - Chile

26 diciembre 2009

Si Dios nos hubiese creado

Publicado por Grupo Asobe



Mucha gente habla del mundo como si fuera “Creación de Dios”, es decir, como si todo lo que existe en el Universo no fuera el resultado de procesos naturales (como evidencia el conocimiento científico), sino un gran milagro cósmico: la creación a partir de la nada de todo lo que conocemos – o por lo menos, todo lo que conocemos desde hace 6 u 8 mil años – por parte de Dios.
Sin embargo, hay muchos datos provenientes de la naturaleza misma que nos cuentan una historia muy diferente a la de cualquier suceso de creación espontánea: que nuestro universo y la vida contenida en él se ven sometidos a procesos evolutivos continuos e incesantes. Nada demuestra la intervención de Dios en ningún momento de la historia del Universo, e incluso hay muchísimas cosas y características de los seres vivos y del mundo físico que demuestran la ausencia de tal ente Creador, todopoderoso y omnisciente.
Pero, ¿y si Dios nos hubiera creado? ¿Cómo explicaríamos los numerosos sucesos naturales si asumimos que un ente divino todopoderoso y omnisciente fue el autor de la totalidad del Universo? La respuesta a esto es que la mayoría de eventos y procesos naturales serían absurdos y no tendrían razón de ser si Dios existiera; sólo constituirían caprichos o errores (¿?) de Dios.
A continuación, circunscribiré el análisis a nuestro planeta y analizaré brevemente algunos de estos sucesos naturales:

· Desastres naturales: En nuestro planeta, la Tierra, existen desastres naturales a diario; todos ellos provocados ya sea por algún desbalance en los equilibrios hacia los que tiende la naturaleza, o como producto de la dinámica que caracteriza a los procesos geológicos, meteorológicos y climatológicos, e incluso biológicos. Así, tenemos que existen inundaciones, terremotos devastadores, incendios forestales, etc. Si Dios existiera y hubiera creado todo lo que hay en la Tierra, ¿acaso no sería de esperar que, dada su omnisciencia, haya previsto que estos desastres iban a darse de manera tan continua? ¿no hubiera pensado Dios que, de existir estos desastres naturales, las probabilidades de que un ser vivo cualquiera muera serían mucho más grandes de lo que serían de no existir tales desastres? Si Dios hubiera creado el Universo – y por consiguiente, la Tierra – podría haber tenido algún mecanismo para que estos procesos no sucedan nunca, ya que se supone que nada es imposible para un ser como él; a menos, claro está, que el evento de creación se le atribuya a un Dios malvado y caprichoso, en otras palabras, el equivalente a un titiritero o un cirquero despiadado.

· Necesidad de Alimentarse: Todo ser vivo necesita ingresar en su cuerpo algún tipo de sustancia(s) particular(es) que le permitirá(n) generar compuestos y nutrientes necesarios para la realización de las rutas metabólicas que caracterizan a su metabolismo. Existen diferentes tipos de generación de alimentos y nutrientes: está la fotosíntesis en plantas y algas, las cuales necesitan solo algunos elementos esenciales y simples para la construcción de moléculas más complejas, y como parte importante de la mayoría de seres vivos, está la alimentación depredadora, que consiste en ingerir algún tipo de ser viviente para así poder transformarlo en moléculas más pequeñas y asimilables por las rutas metabólicas del depredador. Ahora, la pregunta de rigor: si Dios hubiera creado ¿acaso no hubiera pensado que el hecho de crear organismos que necesiten comerse a otros hubiera generado una situación indeseable teniendo en cuenta que en un inicio su plan era, presumiblemente, absolutamente perfecto, estratégicamente planificado e infinitamente bueno?

· Parásitos: Todas las especies vivientes poseen algún tipo de parásito, ya sean virus, bacterias, hongos, e incluso plantas y animales. Así, muchas bacterias y hongos se ven parasitados o infectados por numerosos tipos de virus; y en el caso de plantas y animales, sus parásitos pueden ser tanto virus, bacterias, hongos, y hasta ciertas especies de plantas y animales. Con esto vemos que existen parásitos pertenecientes a los cinco reinos de la vida. Un parásito no es otra cosa más que un organismo que vive a expensas de otro, perjudicándolo ya sea a corto o largo plazo. En el caso de los humanos, existen parásitos atroces que los atacan, como muchos tipos de virus y bacterias que causan serios desordenes inmunitarios, neurológicos e histológicos, hongos que causan lesiones severas a la piel, insectos que pueden perjudicar gravemente a una persona, causándole incluso la muerte, etc. Si Dios hubiera creado a todos los seres vivos y, por consiguiente, a los seres humanos, ¿no habría pensado en todo esto?

· Caries: Las caries son causadas por bacterias que utilizan los restos de alimento como sustrato para obtener sus nutrientes. Estas bacterias secretan sustancias potentes que destruyen las capas superficiales de los dientes. Esta asociación entre las bacterias generadoras de caries y el ser humano, se ha ido arraigando en el tiempo mediante el proceso conocido como coevolución. Cualquier relación interespecífica es mediada por la coevolución, en la cual una de las especies forma parte del entorno que determina cambios y adaptaciones en la otra. Evidentemente, las caries no aportan nada positivo a un organismo, por lo que esta y todas las relaciones de parasitismo, como ya hemos visto, son incongruentes con la idea de un Dios creador infinitamente bondadoso y omnisciente. Una vez más surge la pregunta ¿si Dios nos hubiera creado, no habría pensado en esto?

· Malestares y deficiencias físicas en el humano: Todos sabemos que el dolor que sienten las mujeres cuando dan a luz es muy grande. Este dolor es producto de la disposición y el tamaño de los huesos de la región cervical y pélvica de la mujer, los cuales han adquirido tal conformación a medida que el ser humano fue adquiriendo la condición del bipedismo. Como cualquier “mejora” o adaptación evolutiva, ella supuso una serie de ventajas adaptativas, pero como subproductos, también supuso una serie de desventajas manifestadas en dolor e ineficacia relativa (con respecto a otros animales) de muchas otras funciones. Otros males producto de los cambios morfológicos debidos al proceso evolutivo son, por ejemplo: reumatismo (debido a la postura bípeda); fuerza muscular y velocidad de carrera deficientes (debido a la alta tasa de encefalización y desarrollo cerebral, lo cual dirige gran parte de la energía disponible hacia el cerebro); oído, tacto, gusto, vista y olfato muy por debajo de los niveles encontrados en otras especies afines (debido también a la redirección de la energía hacia los procesos que se dan en el cerebro). Evidentemente, todo esto es perfectamente explicable y entendible bajo una perspectiva evolutiva; sin embargo, ¿si Dios nos hubiera creado, habría querido que la cumbre de su creación posea todos estos males y desventajas?

· Complejidad biológica: Toda la compleja y extensa red de interrelaciones bioquímicas y fisiológicas existentes en todos los organismos vivientes, son evidencia de la relación de parentesco – en diferentes grados – entre todos los seres vivos. Nuevamente, bajo una perspectiva evolutiva, todo esto es perfectamente explicable y tiene mucho sentido; sin embargo, si Dios nos hubiera creado, toda esta compleja red no tendría sentido alguno, ya que, ¿por qué razón haría un Dios creador a todas sus criaturas con una falsa evidencia de parentesco gradual (tanto morfológica como genéticamente)? ¿Acaso se asume que a esta entidad creadora le gusta plantar evidencia falsa para que sus hijos, los humanos, tengan muchísima evidencia del proceso evolutivo y que a la par carezcan de evidencia de la existencia del mismo ser que les dio vida? En resumen, si Dios nos hubiera creado, y si Dios existiese, podríamos catalogarlo como un ente que conspira contra sí mismo.

Muchas personas argumentarán que todo lo mencionado anteriormente tiene su explicación en que, algún tiempo después de la creación, el ser humano instauró el pecado, causando la degeneración y aparición de todos estos males, por lo que todo sería culpa del pecado del humano y no del bondadoso Dios. Sin embargo, surge una pregunta más a este intento fallido de tapar el Sol con un solo dedo: ¿Acaso Dios no sabía ya de antemano TODO lo que iba a suceder, incluyendo que el humano iba a pecar y todas las demás cosas que argumentan los religiosos creacionistas? ¿O es que deberíamos asumir que Dios sí lo sabía pero simplemente no le importó en lo más mínimo?
Después de contemplar estos y otros muchos más casos en la naturaleza, queda evidenciado que la popular frase – usada como argumento por muchos religiosos y creacionistas – “la naturaleza misma es evidencia de la existencia de Dios” debería ser cambiada a “la naturaleza misma es evidencia de la inexistencia de Dios”.

Palabra de Dios

Publicado por Grupo Asobe

Palabra de Dios

25 diciembre 2009

Una red de neuronas

Publicado por Grupo Asobe



www.elmundo.es

¿Qué le ocurrió a aquel antepasado humano que comenzó a creer en los dioses? ¿Por qué nuestra especie tiene esa especial tendencia a la fe religiosa? La ciencia, especialmente la neurología, ha entrado de lleno en la búsqueda de respuestas dentro del cerebro, que por el momento son muy complejas.
Mucho se ha avanzado desde que el anatomista Franz Gall, a principios del siglo XIX, dijera que había encontrado el órgano de Dios en el cuerpo, lo que le valió la condenación eterna. Ahora, muchos investigadores prestigiosos están convencidos de que las redes neuronales están detrás de esa tendencia a la espiritualidad, que es innata y que se ha repetido en todas la culturas y civilizaciones.
Si hace unos años, el biólogo americano Dean Hamer aseguraba haber hallado el gen de Dios, ahora investigadores del Instituto Nacional de Desórdenes Neurológicos en Bethesda (EEUU) han revelado las zonas del cerebro que se activan con la fe religiosa, que son las mismas que los humanos empleamos para comprender las emociones, los sentimientos y los pensamientos de los demás.
Este último trabajo, publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS), sitúa el área religiosa en el lóbulo temporal y en el frontal, lo que indicaría, según el neurólogo Jordan Grafman, que juzgamos a Dios utilizando los mismos mecanismos que a otras personas y que, como creencias que se transmiten entre generaciones, entrarían en la memoria, la imaginación y la empatía.

El cerebro creyente

Ahora bien, ¿por qué se cree en algo de lo que no existe constatación? Algunos científicos apuestan por la idea de que el cerebro está organizado para que podamos creer.
Otras hipótesis defienden que la religión surgió como una adaptación evolutiva que hizo que los genes que la facilitaban se transmitieran y prosperaran: habría ayudado a formar grupos sociales cohesionados y a proporcionar consuelo en las desgracias. Así lo cree el psiquiatra Francisco J. Rubia, autor del libro 'La conexión divina'.
«El origen de la espiritualidad, que no de Dios, fue multifactorial. Influyeron los sueños, en los que el individuo viajaba sin mover el cuerpo, dando lugar a la idea del alma, y también la predisposición a la dualidad, porque el cerebro está organizado para ver el contraste, como es la luz y la oscuridad, lo finito y lo eterno, lo real y lo imaginario. Todo ello unía al grupo», argumenta.
Sin embargo, algunos antropólogos, como Scott Atran, de Michigan, consideran que «religiones que hablan de paraísos tras la muerte no hacen mucho por la supervivencia en el aquí y ahora».
Paul Bloom, psicólogo de Yale, busca la explicación fisiológica. Argumenta que el cerebro tiene dos sistemas cognoscitivos: uno se encarga de las cosas vivas y otro de las muertas, uno se ocupa de la mente y otra de los aspectos físicos (el dualismo del que habla Rubia). Sería la explicación de por qué abandonamos el cuerpo en los sueños o en proyecciones astrales. Es la misma dualidad que prepara al cerebro para conceptos como la eternidad, la vida después de la muerte. Y añade que pensar en experiencias al margen del cuerpo, espirituales, «está a un paso de la creación de los dioses».

La búsqueda de causas

Pero, ¿bastan esos dioses para dar lugar a la religión? Deborah Kelemen, de la Universidad de Arizona, añade a este cóctel el sentido de la causa-efecto, es decir, buscar un propósito o un diseño para todo, algo que surgió por mera supervivencia (un ruido puede ser un depredador) y que el cerebro extrapola a lo demás: todo tiene un porqué.
«La religión es un artefacto ineludible del cableado de nuestro cerebro», asegura Bloom en la revista 'New Scientist'. Incluso los ateos y agnósticos tendrían tendencia a pensar en lo sobrenatural. Según Rubia, en estos casos la espiritualidad innata se deriva hacia otras cuestiones, como la naturaleza. «Siempre se buscará porque produce endorfinas, y por tanto placer, pero las experiencias místicas pueden no ser religiosas», asegura.
De hecho, Atran lo llama «la tragedia de la cognición»: «Los seres humanos pueden anticipar el futuro y concebir su propia muerte. Cuando los procesos naturales del cerebro nos dan una salida, la cogemos, claro», argumenta.
Luego, ¿la religión es un subproducto de la evolución del cerebro humano o fue seleccionada para la supervivencia del grupo? El evolucionista Richard Dawkins considera correctas ambas premisas. Por un lado estaría el adoctrinamiento que se recibe del grupo, y que se acepta para no ser rechazado, pero por otro la predisposición cerebral a creer en seres invisibles, que se concretan en los de los padres.
La relación religión y cerebro va, incluso, más lejos. El psiquiatra español Rubia recuerda que hay una epilepsia que afecta al lóbulo temporal y activa la religiosidad por una descarga de neuronas. «Los chamanes eran personas que entraban en éxtasis y algunos sufrían esa enfermedad. Desde antiguo eran quienes hablaban con los muertos y curaban, seguramente por poderes psicosomáticos más que otra cosa»

Neurónas que saben a espíritu

Publicado por Grupo Asobe



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por Glenys Álvarez

Los psíquicos no perciben neutrinos. Estas personas especiales, capaces de captar con sus poderes paranormales diversos elementos invisibles, distinguir colores alrededor de nuestros cuerpos (auras), percibir el estado de cualquier espíritu y hasta descubrir mensajes en el espacio, el futuro, el pasado y el más allá, no pueden detectar neutrinos. Tampoco saben utilizar sus extraordinarios poderes para ahorrarles el trabajo, los costos y la investigación a los físicos en la famosa búsqueda por la tan elusiva partícula Higgs o, sencillamente, interceder por nosotros a nivel molecular (por lo menos es un rango más visible) y establecer de una vez por todas una forma de detener el cáncer. Al final, es siempre la ciencia al rescate.

“Es imposible estudiar lo que no es materia y el espíritu no es materia. Dios es inmaterial. Lo espiritual siempre será inalcanzable para la investigación, al igual que la fe”.

Aquellas palabras hicieron que resintiera haber salido de casa y añoré la familiar reclusión que me brinda el ordenador; la voz que hablaba pertenecía a una vieja conocida lo suficientemente perseverante como para convencerme de asistir a aquella pequeña reunión de “conocidos de antaño” donde prontamente me advertí minoría. El quórum en la ecléctica mesa de almuerzo acordaba con ella, vivían todos en mundos de espiritualidades distintas. Una de las mujeres se considera, de hecho, una mística y la escuché aseverar poderes para curar; su vecino a la derecha, un hombre de unos 45 años, pertenece a los carismáticos católicos pero también dice ser ‘gurú’ (más de dos horas con él y no logré discernir qué tipo de gurú es); la pareja dispareja frente a mí está compuesta de una joven que no llega a los 25 y se autodenomina astróloga y él, rondando los cincuenta, que dice haber tomado la astronomía como pasatiempo para ayudar a su prometida a formular nuevos signos zodiacales al incluir planetas que los Mayas y Aztecas habían observado; y, finalmente, la que hablaba, mi ‘amiga’, quien es psicóloga y católica. Mi materialismo científico rebotaba frustrado entre mis neuronas; la espiritualidad no es un concepto que me defina, sin embargo, siempre intento extraer algo positivo de cualquier experiencia y, cuando no encuentro absolutamente nada, inicio conversaciones sobre la serie de comedias ‘Seinfeld’, me ha salvado el pellejo en varias ocasiones.
“Aquí hay mucha espiritualidad en esta mesa”, expresó la sonriente mística, enfriando en cortos soplos su sopa de cebolla; debió haber leído la incredulidad en mi rostro pues continuó diciendo, “la espiritualidad se percibe igual como se siente el amor”. El trago sonoro del aromático líquido puntualizó su perorata.
Les pregunté entonces si pensaban que era posible estudiar el amor. Sus titubeantes respuestas provocaron un silencio que aproveché para hablarles sobre las investigaciones neurológicas, conductuales y biológicas que han avanzado el conocimiento que hoy tenemos sobre cómo se originan las emociones en el cerebro. También ofrecí algunos ejemplos en el gran reino animal, donde otros tipos o grados de ‘amor’ son observados. Les hablé de la investigación sobre orgasmos, de los cambios que ocurren no sólo a nivel cerebral sino por todo el cuerpo cuando la persona enamorada observa al objeto de su deseo: desde las encantadoras mariposas en el estómago hasta el rubor, el incremento en las palpitaciones cardiacas y los cambios de temperatura. Les conté, además, cómo se ha investigado y analizado el amor mediante el estudio de las distintas culturas en el globo. De hecho, un vistazo a las diferentes formas de amar que tienen las personas por el mundo muestra efectivamente el influyente papel del medio en el modo en que pensamos y actuamos. El enamoramiento cerebral puede ser el mismo en todos los humanos pero el lugar donde damos nuestros pasos de formación dictará las pautas sobre cómo nos enamorarnos y mostramos nuestro amor.

Así también, les comenté animadamente, se puede estudiar la espiritualidad.
Pero no todos se enternecen con la idea de que la serotonina es el neurotransmisor de lo místico o de que sus dioses se encuentran en el lóbulo temporal. Sé que estoy sintetizando lo que son las primeras deducciones de la experimentación en el área ya que el proceso de sentirse un ser espiritual es también moldeado por las culturas y, en este caso en específico, por las religiones que éstas alojen. Si el amor, esa emoción tan fuerte que nos impulsa actuar de las más disparatadas maneras, puede ubicarse en el cerebro y rastrear sus huellas en las distintas sociedades y por diversos momentos en la historia de la humanidad, asimismo podemos escarbar ese sentimiento místico entre las neuronas. Ambos son invisibles, el amor se ve tanto como el espíritu, no obstante, son impresiones que podemos medir en los cambios biológicos y observar en nuestras conductas.
Tristemente, muchos piensan que conocer cómo funcionan las piezas que conforman al mundo le resta toda la magia a la vida. Soy de la opinión contraria. Cada vez que leo la explicación de algún mecanismo o efecto que desconocíamos, siento, además de una satisfacción intensa, una admiración sobrecogedora hacia la naturaleza y hacia los que la estudian; comprender sus componentes provee al Universo de un valor indescriptible y una magia inagotable. En ese sentido, el órgano productor de pensamientos es uno repleto de deliciosas y a veces extravagantes sorpresas.

En el área de la espiritualidad, el sentimiento de sentirse “uno con el Cosmos o con Dios”, es expresado por muchas personas que dicen tener experiencias místicas o divinas. En los últimos años, varios neurólogos han rescatado experimentos que se realizaron durante la década de los sesenta y que involucraban alucinógenos tales como LSD, hongos, mezcalina y peyote. De hecho, este último es todavía usado por tribus de indígenas que relacionan la experiencia que produce la actividad de estas sustancias en el cerebro con enseñanzas espirituales que son el núcleo central de sus ritos y creencias.

Roland Griffiths, de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore, el neurocientífico Michael Persinger de la Universidad Laurentian en Ontario, Orrin Devinsky, profesor de la Universidad de Nueva York, el anestesiólogo Gerald Woerlee, autor del libro “Mentes mortales” y Richard Sloan, profesor de medicina conductual en la Universidad de Columbia, son algunos de los investigadores que han estado metiendo sus narices en esta controvertida área donde tanto creyentes como no creyentes abanderan razones varias en su contra. Sin embargo, como ocurre en tantas ocasiones, los casos clínicos gozan de voz propia.
Es lo que ha ocurrido con la voz de Dios, el lóbulo temporal y la epilepsia, una trinidad muy distinta a la religiosa. Aquí en SinDioses hemos publicado varios artículos sobre el vínculo que existe entre los epilépticos y la ocurrencia de alucinaciones varias, entre las más frecuentes se reportan voces angelicales y conversaciones con dioses. Tomemos ahora el ejemplo de Jeff Schimmel, un escritor judío de 49 años quien nunca estuvo interesado en el tema de Dios hasta que un cirujano tocó sus neuronas. En un reportaje escrito por Barbara Bradley Hagerty, para NPR (National Public Radio, www.npr.org), Schimmel explica cómo, unos diez años atrás, un tumor benigno fue extirpado de su lóbulo temporal derecho en una cirugía sin mayores problemas…o eso pensaron todos. Sin embargo, desde ese momento y sin saberlo, Schimmel comenzó a tener mini convulsiones, escuchaba conversaciones en su cabeza o, de repente, las personas a su alrededor parecían animaciones. También comenzó a padecer visiones, colores varios se formaban frente a él y en una ocasión le pareció ver a la Virgen María.

“Me reí. ¿Qué podría querer la virgen visitándome a mí, un hombre judío? Pero desde ese día mi vida comenzó a inclinarse más hacia las experiencias espirituales”, explicó. Poco tiempo después, sus médicos lo diagnosticaron con epilepsia del lóbulo temporal. “Muchos creen que es el lugar donde se alojan los dioses”, agrega.
Para la mística a mi lado, “la ciencia está limitada a descubrir cuáles regiones usa Dios para comunicarse con esos humanos que son más sensibles a las experiencias paranormales. No quiere decir que no exista la espiritualidad”.

Y tiene razón, la espiritualidad existe, se aloja dentro de nuestro cerebro o es creada allí por los neurotransmisores, las hormonas y nuestras experiencias, así como el amor y al igual que los dioses. De hecho, si quiere sentir una presencia misteriosa cerca de usted, sólo tiene que ponerse el no muy majestuoso ‘casco de Dios’ que se encuentra en el laboratorio de neurología de Persinger en Ontario, Canadá. El mecanismo completo usa ocho electrodos que se adhieren a la cabeza y luego un casco de motocicleta adaptado con sensores que envían débiles ondas electromagnéticas al lóbulo temporal derecho con el objetivo de originar en el usuario la idea de que no se encuentra solo, de que una presencia lo acompaña, una presencia que no puede ver.

El casco funciona. Persinger es capaz de crear una experiencia espiritual manipulando el lóbulo temporal. “Hubo un momento en que comencé a percibir una oscuridad diferente, algo oscuro parecía rodar cerca de mí, a mi izquierda. Pude además ver un rostro y otras imágenes”, expresó Bradley Hagerty quien usó el casco para escribir sobre la experiencia. Persinger es capaz de predecir, escuchando a los voluntarios hablar mientras tienen el casco en sus cabezas y sin que ellos lo escuchen a él, en qué momento la persona expresará que siente una presencia imponente que no puede ver o que ve una imagen o varias.

Pero al igual que el placebo, que no es una sustancia sino una idea que produce un efecto, es posible explicar esta representación de la espiritualidad a través de los mecanismos varios que la originan, ya sean químicos, como la serotonina, que inducen sentimientos místicos o que se traten de descargas eléctricas en el lóbulo temporal que propician alucinaciones donde la persona cree escuchar dioses, cantos angelicales o tener visiones. De hecho, estudios varios han demostrado que nuestras conductas pueden moldear el cerebro. Por ejemplo, meditar intensamente traza cambios en algunas redes neuronales; estos cambios, a su vez, desencadenan emociones varias que, de acuerdo a nuestras creencias, definimos como de tipo espiritual. A lo mejor son enjutas, funciones nuevas para mecanismos viejos que una vez nos ayudaron a sobrevivir, a lo mejor fueron originadas por el tiempo, las necesidades y las culturas o, más apropiadamente, por una combinación de todo lo anterior. Pero nunca es bueno subestimar el poder de un químico cerebral, el modo en que corre por las neuronas puede explicar conductas y decisiones. Y, por cierto, este hecho no nos convierte necesariamente en fríos robots biológicos sino que nos define como unas portentosas estructuras naturales con asombrosas habilidades para descubrirse…y también al mundo a su alrededor.

“Estoy seguro de que es el trabajo del Espíritu Santo que transforma nuestros cerebros para que podamos ejecutar una mejor labor por el bien de la humanidad”, expresó jovialmente el carismático con la anuencia de los demás. Ordené otra copa de vino y sonreí.

“Mi personaje favorito de la serie no era Kramer, era George, pero mi mamá tampoco soportaba a Elaine”, me escuché comentar mientras ordenábamos el postre.

24 diciembre 2009

¿Qué festejamos?

Publicado por Grupo Asobe



Dicen que estos días son de reflexión; y en consecuencia, se debe reflexionar...

¿Qué festejamos? ¿el Nacimiento de Jesús? ¿la forma en que estratégicamente se utilizan otras creencias para lograr que se crea lo que uno quiere? ¿un mecanismo que incentiva la desigualdad, el orgullo y la soberbia? O ¿un medio para que el rico siga siendo rico, recupere lo que ha dado y el pobre devuelva todo lo que ha ganado durante un año?

Dividamos lo que festejamos en dos partes, aunque son integrantes de un todo. Festejamos una cuestión religiosa y una cuestión socioeconómica.

No hay ningún dato de que Jesús (de Nazaret, o de Galilea, o de Belén, ya no se ni de dónde) haya nacido un 25 de diciembre. Pero entonces, si no hay datos de que Jesús haya nacido el 25 de diciembre, ¿qué paso?

En diciembre festejamos a Saturno y a Mitra, y sólo le cambiamos el nombre, lo que es fácil, ya que no recordamos la historia.
La Saturnalia fue una fiesta romana; era un carnaval, un circo para el pueblo, pues principalmente los esclavos (léase obreros y trabajadores) recibían regalos extras y tiempo libre, para evitar rebeliones y disgustos, en incluso tomaban el papel de sus dueños en algunas ocasiones (¿les suena a aguinaldo y vacaciones de invierno?).
Las festividades eran del 17 al 23 de diciembre, en honor a Saturno, el dios de la agricultura, por lo que los ritos y las calles se adornaban con velas y antorchas (¡los lindos foquitos navideños!) pues era el período más oscuro del año, y se esperaba el nacimiento del nuevo período de luz o nuevo año, el nacimiento del nuevo sol (Ave Sol Invictus decían ellos).
Y dirán, ¿qué es eso del nacimiento del nuevo sol?, pues es algo que se llama solsticio de invierno, es decir, el momento en que la posición del Sol en el cielo está a su mayor distancia angular del otro extremo del ecuador. Este evento se da entre el 21 y el 23 de diciembre en el hemisferio norte (en el sur es en junio y es el de verano). Los días son cortos y las noches largas, por eso llegaba el nuevo sol a equilibrar la duración de los días. ¡A caray¡ ¿Festejamos al sol con aguinaldo y vacaciones?

Agregado a esto, uno de los principales mecanismos de los romanos, que les sirvieron para lograr la conquista de tantos pueblos, era que les dejaban mantener sus creencias y sus ritos, para evitar conflictos, a cambio de que quedaran sometidos al César y pagaran los impuestos. Digo esto porque a la Saturnalia se le une otra festividad, la del dios persa Mitra; un dios solar que nació el 25 de diciembre en una cueva que fue visitada por pastores (¿les suena a dios de agricultura romano?), que tuvo discípulos que cenaron pan y vino en una cena de comunión en masa, que fue asesinado por el dios de la oscuridad, y al tercer día se levanto de entre los muertos (¿coincidencia con que las fiestas Saturnales eran del 21 al 23 de diciembre, y que a Jesusito me lo resucitaran al tercer día?). En esta festividad del nacimiento de Mitra, se quemaban troncos adornados con ramas y cintas en honor al dios, para que el Sol brillara con mayor intensidad (¡qué lindos arbolitos de navidad¡).

Viendo esto, podemos percatarnos que no son las religiones actuales las que se inventaron el mecanismo de retomar las ideas otros pueblos para lograr el convencimiento y el sometimiento. Los Romanos ya lo hacían, por lo que las estrategias sólo fueron retomadas (por eso en España podemos ver templos Católicos construidos en Mezquitas, que mantienen el decorado árabe y agregan motivos hebreos judaicos).

Dicen que la festividad de Navidad como nacimiento de Jesús, fue oficialmente reconocida en el año 345 por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio. ¿Para qué?, pues para absorber las fiestas paganas y hacerlas religiosas, disminuir los excesos y todo lo que a ellos no les pareciera, hasta llegar a un momento en que se olvidaran del origen real de la fiesta, pues como decíamos, olvidar implica repetir, y quien no conoce su historia no sabe cómo llegó a lo que actualmente vive.

¿Será acaso que por eso Beethoven en el texto del movimiento coral de su 9ª Sinfonía nos invita a que nos alegremos por el hermoso destello de los dioses, y en el seno de la naturaleza todos los hombres llegarán a ser hermanos, volando como soles en la bóveda estrellada?

Entonces, ¿celebramos al Sol, a Saturno, a Mitra o a Jesús?; o ¿acaso más bien celebramos que nos dan libertades por un rato, se olvida la esclavitud de todo el año, nos dan un poco más de dinero para creer que el mundo es bueno y que podemos llegar a ser de clase alta, y con tanto gastadero, plasticidad y frivolidad, lo devolvemos a los mismos patrones, al propio capitalismo?

¿Vanidad o Navidad? ¿Paganismo o Capitalismo?, como diría el Panzón Rojo del refresco de aguas negras: “Regala lo mejor de ti”, y de preferencia que se algo material, sin sentido, y muy, muy caro, pues se vale por lo que se tiene, no por lo que se es.

Si ese fuera el tipo de reflexión que estas fiestas nos dieran, la reflexión de por qué el pobre es pobre, el oprimido pisoteado y el rico intocado; la reflexión de que sólo importa y se hacen aspavientos cuando se “afecta” al rico, pero cuando el pobre es vulnerado, ni quien se fije; la reflexión de que otro mundo es posible; si esa fuera la reflexión, en verdad otro mundo sería posible…

Aprovechando la ocasión, les deseo una feliz Saturnalia y un excelente año con un nuevo Sol brillante, un Sol Invictis, y recordemos además que se celebra el 25 de Diciembre.

La verdadera fecha de nacimiento de Jesús no se encuentra registrada en la Biblia. Por ésta razón, no todas las denominaciones cristianas coinciden en la misma fecha. Los orígenes de ésta celebración, el 25 de diciembre, se ubican en las costumbres de los pueblos de la antigüedad que celebraban durante el solsticio del invierno (desde el 21 de diciembre), alguna fiesta relacionada al dios o los dioses del sol, como Apolo y Helios (en Grecia y Roma), Mitra (en Persia), Huitzilopochtli (en Tenochtitlan), entre otros. Algunas culturas creían que el dios del sol nació el 21 de diciembre, el día más corto del año, y que los días se hacían más largos a medida que el dios se hacía más viejo. En otras culturas se creía que el dios del sol murió ese día, sólo para volver a otro ciclo.

  • Los romanos celebraban el 25 de diciembre la fiesta del "Natalis Solis Invicti" o "Nacimiento del Sol invicto", asociada al nacimiento de Apolo. El 25 de diciembre fue considerado como día del solsticio de invierno, y que los romanos llamaron bruma; cuando Julio César introdujo su calendario en el año 45 a. C., el 25 de diciembre debió ubicarse entre el 21 y 22 de diciembre de nuestro Calendario Gregoriano. De esta fiesta, los primeros cristianos tomaron la idea del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo. Otro festival romano llamado Saturnalia, en honor a Saturno, duraba cerca de siete días e incluía el solsticio de invierno. Por esta celebración los romanos posponían todos los negocios y guerras, había intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. Tales tradiciones se asemejan a las actuales tradiciones de Navidad y se utilizaron para establecer un acoplamiento entre los dos días de fiesta.
  • Los germanos y escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol perenne, que representaba al Yggdrasil o árbol del Universo, costumbre que se transformó en el árbol de Navidad, cuando llegó el Cristianismo al Norte de Europa.
  • Los mexicas celebraban durante el invierno, el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario. "Por esa razón y aprovechando la coincidencia de fechas, los primeros evangelizadores, los religiosos agustinos, promovieron la sustitución de personajes y así desaparecieron al dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas."
  • Los incas celebraban el renacimiento de Inti o el dios Sol, la fiesta era llamada Cápac Raymi o Fiesta del sol poderoso que por su extensión también abarcaba y daba nombre al mes, por ende este era el primer mes del calendario inca. Esta fiesta era la contraparte del Inti Raymi de junio, pues el 23 de diciembre es el solsticio de verano austral y el Inti Raymi sucede en el solsticio de invierno austral. En el solsticio de verano austral el Sol alcanza su mayor poder (es viejo) y muere, pero vuelve a nacer para alcanzar su madurez en junio, luego declina hasta diciembre, y así se completa el ciclo de vida del Sol. Esta fiesta tenía una connotación de nacimiento, pues se realizaba una ceremonia de iniciación en la vida adulta de los varones jóvenes del imperio, dicha iniciación era conocida como Warachikuy.

  • Entre otros...
¿Cómo es posible que un Dios Todopoderoso, nacido Jesucristo y manifestado Espíritu Santo, sea tan tonto que no fue capaz de presentarse en todas las culturas como único Dios? ¿O será que ese Dios Judeo-Cristiano es una manifestación más, de entre tantas, de un pueblo?


¡Felices fiestas!

La cláusula fundamental

Publicado por Grupo Asobe



Desde 1981, la Santa Sede parece que pudo percatarse de que la irreflexiva y apologética adhesión –incluso si lo era de modo formal y no oficial– a la cosmología del Big Bang que constituía una nueva imprudencia que podía entrañar graves consecuencias. En el Mensaje pontificio de 1996 a la Academia de Ciencias, se dice cautelarmente que «una teoría es una elaboración metacientífica, distinta de los resultados de la observación pero consistente con ellos». Es probable que las fisuras ya manifiestas en ese modelo cosmológico hayan motivado, al menos en parte, esta declaración cautelar. Pero la Iglesia debe saber que, aunque la ciencia no puede ni desea situarse –ni negativa ni positivamente– en el terreno de las especulaciones teológicas, la acumulación de resultados científicos bien conocidos ha legitimado una sólida presunción de inverosimilitud de las concepciones mítico-religiosas en general, incluida la católica. Sin embargo, el estado fluido de las investigaciones científicas en el plano de la cosmología añade un elemento más de indefinición a todo intento, por parte de las religiones teístas, de invocar resultados de dichas investigaciones para otorgar crédito a las cláusulas de su respectiva fe. Es una empresa imposible, porque no parece que haya o pueda haber fundamento epistemológico alguno para dar un salto que permita inferir, a partir de las ciencias, la existencia de entes inmateriales –y que no se someten a las leyes físicas–, tales como dioses, espíritus, duendes, etc. Estos entes serían objetivamente inidentificables para la experiencia intersubjetiva dirigida por las reglas de la observación empírica en el contexto del criterio de falsabilidad; y, por consiguiente, sin valor cognitivo real.

Inmaterialidad

Situados en esta coyuntura, tampoco resulta ya productivo para el conocimiento objetivo de tales supuestos entes metaempíricos recurrir a la discusión –en sí misma teóricamente agotada– de los argumentos clásicos de la teología natural –ontológicos, cosmológicos (de causalidad y de designio inteligente)–, o a los argumentos, constitutivamente inconcluyentes, de orden subjetivo (revelación histórica o personal, experiencia religiosa ordinaria o mística).
Pero el espectacular progreso de las llamadas ciencias de la vida comienza a trasladar el debate sobre la cuestión de la religión a un dominio de conocimientos que, quizá por primera vez, afecta directamente al correlato del discurso sobre Dios: la existencia de almas inmateriales e inmortales que, en virtud de los designios divinos, son conducidas, en función de sus propias acciones, a un más allá sobrenatural después de la muerte. Estimo que puede afirmarse, sin hipérbole, que la cuestión de la religión en general, y la cuestión de la existencia de Dios en particular, va a decidirse en el terreno de la hipótesis de la existencia de «almas» personales o impersonales dotadas de los atributos de inmaterialidad espiritual y de inmortalidad, a la vista de los conocimientos científicos sobre la estructura física y neural del ser humano. Así como la cláusula fundamental de toda religión se refiere a la existencia de la divinidad en alguna de sus formas ontológicas, y en este plano los resultados alcanzados por la cosmología científica –y ciencias correlativas– hasta la fecha no ofrecen la coherencia y la consensualidad indispensables para extraer conclusiones que avalen la altísima improbabilidad de tal existencia, por el contrario la otra cláusula necesaria para la construcción misma de toda teología –es decir, la existencia de almas o espíritus inmateriales e inmortales– está experimentando, en cuanto a su pretensión de verdad, una creciente y estrecha dependencia de los novísimos conocimientos que a ritmo cuasi-exponencial nos están suministrando ya las ciencias de la vida, y dentro de éstas, particularmente, la biología molecular, la bioquímica y las neurociencias. Ésta es la gran novedad derivada de los fascinantes avances de estas ciencias por lo que se refiere al origen y unidad psicofísica del ser humano. La psicología popular, hondamente enraizada en la visión miticorreligiosa del mundo, está siendo sistemáticamente sometida a un riguroso estudio de sus infraestructuras materiales. Hasta ahora poseíamos ya hipótesis muy sólidas sobre la génesis de la idea de alma en la mente del hombre prehistórico, y en este aspecto sigue pareciéndome acertada, y fecundísima para explicar el origen del sentimiento religioso, la hipótesis animista de E. B. Tylor –tal vez matizada con las importantes aportaciones de G. Bueno sobre los númenes animales–.
Hay que hacer constar aquí, incidentalmente, que son tan esencialmente animistas las religiones prehistóricas o las de los actuales pueblos «primitivos», como lo son los monoteísmos del Libro o las religiones orientales, por ejemplo. El animismo es una concepción primaria del mundo que constituye el cimiento roqueño y tenaz de la visión dualista alma-cuerpo que sigue funcionando como el motor de todas las filosofías espiritualistas que alimentan las innumerables formas de la fe religiosa de nuestro mundo.

El «peligro» animista

La fenomenología religiosa dominante ha conseguido aparcar el término de animismo para designar en exclusiva las creencias y prácticas religiosas de ciertas etnias africanas, lo cual permite realizar estratégicamente la exclusión de las grandes religiones –pretéritas y presentes– del género animismo, término que las define a todas por igual en cuanto a su propia esencia, aunque se vistan con diversos ropajes.
El peligro que entraña el fenómeno animista en el contexto del nacimiento y evolución del sentimiento religioso es hondamente inquietante para el crédito de las grandes religiones. Un ejemplo mayor que hace patente la turbación que genera el animismo en el apologeta de la fe, está representado por el fenomenólogo cristiano Rudolf Otto, en su célebre ensayo Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios (trad. esp. de 1925, de su obra Das Heilige), como puede comprobarse consultando los Capítulos XIV-XVI, donde se esfuerza en aislar lo santo, y la fe en el espíritu, de lo que para él solamente son las aguas turbias de la mente primitiva (hechizo, magia, cultos funerarios, etc.). Sin explicarnos cómo, afirma Otto que «es fácil demostrar que las representaciones de los espíritus no necesitan para producirse mediaciones fantásticas a que acuden los animistas. Pero el origen de la representación de los “espíritus” no es aquí lo importante, sino el aspecto sentimental que con ello se relaciona» (p. 156, c.m.).
Obsesionado por su concepto de lo numinoso (tremendo, inefable, misterioso), olvida que las aguas turbias filtradas por la especulación religiosa ulterior fluyen de la imaginación del hombre prehistórico que creyó encontrar en la hipótesis animista un principio (falso) de racionalidad.

Investigar el cerebro

Pero apenas conocíamos nada sobre cómo se generan las representaciones mentales en el cerebro humano, en función de las percepciones sensoriales y sus respuestas. Ahora empieza a conocerse algo, y están en marcha importantes programas de investigación neurológica sobre ese complejísimo sistema biológico de input-out-put que es el cerebro humano. Es todavía poco lo que se conoce, más o menos satisfactoriamente, de esta magna y decisiva cuestión. Sin embargo, poseemos ya, en gran medida, lo principal, a saber: el planteamiento metodológico fundamental para conocer la génesis de las funciones mentales del cerebro, y las premisas epistemológicas esenciales para desvelar los mecanismos biológicos que están detrás del repertorio de significados con los que los seres humanos interpretan sus experiencias externas e internas. Algún día, quizá no tan lejano, las neurociencias podrán explicarnos, desde la complejidad y el orden creciente de la evolución de las estructuras materiales del organismo humano, cómo se forjó cerebralmente en la mente del hombre prehistórico la idea de alma –pórtico de la religión y sostén primordial de la visión miticorreligiosa de la realidad, que alimenta la conciencia de los creyentes–, pero no sólo a través de las experiencias personales del hombre prehistórico en su entorno cotidiano tal como las descubrió genialmente Tylor, sino también, y sobre todo, mediante un conocimiento de las funciones de las redes neuronales y demás estructuras del sistema nervioso. Saldrá entonces la humanidad culta de las fantasías míticas que nutren la fe religiosa, y paulatinamente los traficantes en salvación tendrán que dejar su lugar a mejores pedagogos de la felicidad humana, aun en las modestas cuotas que permite nuestro propio estatuto ontológico.

Gonzalo Puente Ojea - Publicado en El Mundo, el 28 de mayo de 2000, y en El mito del alma (2000) y Opus minus (2003).

21 diciembre 2009

¡Feliz Navidad!

Publicado por Grupo Asobe





Jesús, el dulce, viene...
Las noches huelen a romero...
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!

Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría...
Mas la celeste melodía
suena fuera...
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma...

¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!
 
Jesús, el dulce, viene... - Juan Ramón Jiménez  


En medio de los rezos de la novena, los pesebres (o belenes), las tarjetas con el niño Jesús y demás parafernalia de que la Navidad es la fecha del nacimiento de Jesús, hagamos un alto en el camino para analizar el origen de esta fiesta, que tanto vino, comidas y regalos nos trae.

Para empezar diré que Jesús no nació el 25 de diciembre, tampoco hubo ángeles anunciando su nacimiento a los pastores, ni tampoco nacimiento virginal. El absurdo católico de que María concibió siendo virgen, y que milagrosamente permaneció virgen después del parto, es una leyenda con estatus de sagrado gracias a las vueltas de la historia, que empezó con el emperador Constantino I El Grande (272-337).

Constantino fue el primer emperador romano que aceptó y legalizó al cristianismo en el año 321, dándole un gran estatus. Tras su decisión el cristianismo pasó de religión oprimida a ser la religión opresora. De no haber sido por su imperial decisión, hoy los carteles religiosos quizás dirían "Mitra te ama, aceptalo como tu salvador personal", y quizás las revistas Atalaya y Despertad serían publicadas por los Testigos de Mitra.

Gente religiosa serguiría existiendo, pero quizás el cristianismo sería una religión minoritaria como hoy lo es el judaísmo.

Ya en el artículo "El verdadero sentido de la Navidad" publicado hace días se mostró la tergiversación que los autores de los evangelios hicieron para hacer parecer que Jesús era el Mesías; como el autor de Mateo creo la historia de que Jesús nació de una mujer virgen y que era el cumplimiento de las profecías judías; y como el evangelista de Lucas hace un enredo de fechas que deja mal parada la Biblia como fiable.

¿Pero de dónde viene la celebración de navidad? La respuesta la podemos encontrar en la Enciclopedia de la Religión Católica, tomo IV:

“La razón que llevó la Iglesia Romana a fijar la festividad en ese día, parece ser su tendencia a suplantar las festividades paganas por otras cristianas. De este modo se originaron muchas de las actuales fiestas litúrgicas. Ahora bien sabemos que entonces en Roma los paganos consagraban el día 25 de diciembre en celebrar el Natalis invicti, el nacimiento del Sol Invencible, que después del solsticio, se engrandecía en fuerza y claridad. Símbolo del Sol era Mitra, divinidad oriental, cuyo culto había sido introducido en Roma en 274. De este modo, para hacer ocurrencia a la fiesta pagana consagrada al nacimiento del Sol natural (Mitra), la Iglesia comenzó celebrando este Sol novus...”

El mitraísmo fue una religión que nació en Persia (actual Irán) que tiene muchos aspectos parecidos al cristianismo. A finales del siglo III, se fundió la religión mitraica con el culto al sol y cristalizaron en la nueva religión del Sol Invictus. El emperador romano Aureliano la hizo oficial en el año 274, y cada 25 de diciembre se celebraba el festival del Natalis Solis Invicti (el nacimiento del sol invencible).

También en la temporada de diciembre se celebraban en Roma las saturnalia, o saturnales. Estas eran unas festividades hechas en honor al dios Saturno, en la que había bebida, comida e intercambio de regalos. Esta festividad también se denominaba fiesta de los esclavos, porque en ella los esclavos recibían más alimento, se podían vestir con ropas más finas. Las saturnales se celebraban del 19 al 25 de diciembre.

Volviendo al mitraísmo, esta religión tiene muchos parelelismos con el cristianismo, que como ateo los encuentro muy interesantes. Me remito ahora a la obra de Uta Ranke-Heineman, No y Amén (página 287):

"El entorno romano helenista ejerció una influencia decisiva en el desarrollo de la eucaristia en el cristianismo primitivo. Sobre todo la religión de Mitra tuvo importancia en este desarrollo. el Mesías cristiano pasó a representar más y más el papel que le había sido asignado con anterioridad a Mitra, un dios del cielo y de la luz, venerado primero en la antigua Persia y que, desde el siglo I a. C., tuvo numerosos seguidores en Occidente. Mucho de lo que se creyó primero de Mitra fue transferido luego a Jesús. Mitra nació un 25 de diciembre (por eso los cristianos celebran la Navidad el 25 de diciembre). Fueron unos pastores los primeros en adorar al niño recién nacido. Después de haber hecho él el bien en la Tierra en favor de sus seguidores, celebró con ellos una última comida y retornó al cielo. Al fin de los tiempos Mitra volverá para juzgar a los hombres. Él conducirá a los elegidos a la vida eterna. Mitra se convirtió en el Sol Invicto (sol invictus), título que pasó a Jesús. Mitra era el dios protector del ejército romano hasta que éste, en tiempos de Constantino, comenzó a luchar y a vencer en el signo de la cruz. Y el domingo, que es en adelante el "Día del Señor", fue y es todavía el día del dios solar (Sonntag, en alemán; Sunday, en inglés).

Los seguidores de Mitra se reunían para celebrar comidas cultuales de tal modo parecidas a las celebraciones cristianas de la eucaristia que, por ejemplo, Justino (+165) considera las comidas cultuales de Mitra como una imitación demoníaca de la eucaristia cristiana... Y Tertuliano (+ después del 220) hace remontar al diablo el que los seguidores de Mitra "expresen de modo tan maligno incluso las acciones mediante las que se realizan los sacramentos de Cristo".

En ningún modo imitaron los seguidores de Mitra la eucaristia cristiana, sino al révés.."

Los cristianos que vivieron tras la legalización hecha por Constantino se encargaron de adaptar las tradiciones paganas a las cristianas. Finalmente en el año 350, el papa Julio I reconoció oficialmente el 25 de diciembre como la Fiesta de la Natividad.

Así pues nos llegó la celebración de la Navidad. Parece entoncés que la religión mayoritaria de Occidente fue poco imaginativa y muy plagiadora. Y deténgase a pensar un momento como sería culturalmente el mundo, o por lo menos Occidente, si Constantino no hubiese catapultado al cristianismo. Quizás este 25 de diciembre no se diría Feliz Navidad, sino Feliz Sol Invicto.

18 diciembre 2009

150 Años de "El Origen de las Especies"

Publicado por Grupo Asobe




En Noviembre de 1859 se escribió el libro "El Origen de las Especies por medio de la Selección Natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha de la vida" fue publicado por el naturalista británico Charles Darwin. Esta obra generó un gran impacto en el conocimiento humano por tres razones

1. Unificó la biología. La teoría de la evolución es aplicable desde las bacterias hasta las ballenas. Junto con la biología celular y la genética darían base para hacer de la biología una ciencia con paradigmas propios. La selección natural logró emancipar la biología de lo sobrenatural, superando la etapa de teleología natural. Al hacer de los orígenes un tema material, la biología entró a hacer ciencia dejando de lado las explicaciones facilistas de "Dios lo quizo así", propias de la religión, y que no permiten mayor indagación.

2. Superó el antropocentrismo. El Origen pone a la especie humana como una más de la naturaleza. Sin embargo, los biólogos posteriores a Darwin duraron tiempo en digerirlo. Incluso en mismo Wallace -codescubridor de la selección natural- no creia que el origen humano su pudiera explicar sin una deidad.

3. El mundo dejo de considerarse como estático, y mostró que el cambio es un elemento de la naturaleza. Esta idea "importada" de la geología afectaría la filosofía de la ciencia y el pensamiento en general.

Muchos religiosos, acostumbrados a demonizar todo lo que les es cotrario, han hecho de Darwin, su legado y la biología evolutiva en general un temible enemigo. Sin emabrgo, la mayoría de los creacionistas que con tanto furor se oponen a la teoría de la evolución nunca han leido la obra de Darwin. Hacerlo es una delicia para los naturalistas. No deja de sorprender el detalle que revelan sus observaciones del mundo natural. Orquídeas, percebes, palomas, coles, tréboles, moluscos, y una cantidad de organismos fueron estudiados al detalle. Darwin tuvo el genio -uno de esos que tan pocos ve el mundo- de tomar una cantidad de datos de la naturaleza, y mostrar como estos revelaban el origen común de las especies, y la selección natural como mecanismo evolutivo.

A continuación un mini documental de la serie "El Genio de Charles Darwin."
Para ver video, clic en "Ver Publicacion Original"







Jesucristo llora leche

Publicado por Grupo Asobe


Insólito suceso el ocurrido en el estado de Kansas, Estados Unidos, donde un fornido granjero del sur del condado con un sendo tatuaje de Jesucristo en su espalda advirtió que el tatuaje emanaba leche entera.

Después de que su hermano regresara de Irak el joven granjero John McLucker se tatuó a Jesucristo para agradecer a Dios la vuelta de su hermano. Pero el destino se truncó para esta familia campechana del sur de Kansas cuando volvieron a destinar a Irak al hermano de John, y esta vez no tuvo tanta suerte.

Fue una mina anti-persona la que sesgó la vida del joven norteamericano cuando realizaba un reconocimiento rutinario, desde ese mismo momento, incluso antes de que la familia y del soldado fallecido y el propio John supieran la noticia el tatuaje emanó un inmaculado líquido blanco de los ojos. Este suceso se repetía cada día y a la misma hora en la que el hermano del John murió.

Científicos de todo el estado se apresuraron a investigar este suceso, analizaron el líquido y llegaron todos a la conclusión de que nos encontrabamos ante simple leche o algún derivado.

El Vaticano ve con buenos ojos este milagro y ya han sido más de un alto cargo de la Iglesia Católica los que han catalogado este suceso de auténtico milagro.


Aunque... yo prefiero que cure el cáncer, el sida, que salve a los animales en extinción, que haga llover dinero. Dios de pacotilla.

El creador de los primates y piojos

Publicado por Grupo Asobe




Sobre los Creacionistas.
Quinientos años antes de Cristo la cuestión de si el hombre había inventado a los dioses a su imagen y semejanza ya se había planteado. El filósofo y poeta griego Jenófanes de Colofón afirmó:

"Los etíopes dicen que sus dioses son de nariz chata y negros; los tracios, que tienen ojos azules y pelo rojizo (...) Si los bueyes, caballos y leones tuvieran manos y pudieron dibujar con ellas y realizar obras como los hombres, dibujarían los aspectos de los dioses y harían sus cuerpos, los caballos semejantes a los caballos, los bueyes a los bueyes, tal como si tuvieran la figura correspondiente a cada uno."

Y es precisamente esta cuestión la que me lleva interrogarme porque precisamente el Dios de los cristianos, Jesús (saquemos del grupo a los Testigos de Jehová, que ven a Jesús a un dios en minúsculas –la primera creación de Jehová), tiene que ser un dios de aspecto humano. ¿No hay en todo ello el antropocentrismo de por medio?

El ser humano es un primate, uno de las más de 185 especies de este grupo de mamíferos. Y muchos miembros de nuestra especie creen que fueron creados por Jesús, sin que tengan ninguna relación de parentesco con los demás primates, a pesar que la comparación de las secuencias de ADN muestra otra cosa.

El siguiente video es de una canción creacionista que se les enseña a los niños cristianos. El video hace parte del Club de Aventureros, una especie de club de Boy Scouts para niños de 5 a 8 años organizado por la Iglesia Adventista del Séptimo Día.




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Como notaron la canción se titula "No vengo del mono". Algunos argumentarán que no es que vengamos del mono sino que tenemos un ancestro en común con el. Pero el término mono es tan general y poco científico, que bien puede aplicarse al mono capuchino, a los chimpancés o a los extintos aegyptopithecusque. Por eso bien puede decirse  si venimos del mono, claro está, no de un mono actual, pero si reconstruimos los fósiles de los homínidos de hace más de 2 millones de años, sin duda el aspecto de nuestro sería el de un mono. Una especie de mono extinta, pero mono al fin y al cabo. ¿O de qué creen que tenían cara Lucy, Ardi o el niño de Taung?

Bueno, volviendo al asunto de la canción cristiana, me llama la atención el antropocentrismo que destila del creacionismo. Veo en el ataque a la evolución más un grito desesperado por mantener en la mente humana el estatus de creación espacial, más que un anhelo por la verdad.

Pero, ¿Qué pensaría un artrópodo sobre sus orígenes si pudiera pensar? El video que veremos a continuación tomará este asunto. Pero la parodia va más allá. En esta se muestra también esas criaturas que tienen como habitat los cuerpos de otros organismos.

Hay toda una serie de adaptaciones que les permite a los parásitos vivir a costa de sus huéspedes, y estas pueden explicarse por la evolución por selección natural. Pero los creacionistas al eliminar la selección natural como explicación se quedan sin como explicar esto a los niños. Tendrían pues, siguiendo su lógica, que entender estas especies y sus adaptaciones como obras de Jesús. Pero esto, habilmente los creacionistas no lo comentan. Las ilustraciones sobre la creación se limitan a mostrar bellas aves, mariposas y mamíferos agradables como jirafas, koalas y elefantes.

En el video de parodia de esta canción veremos a un piojo invocando a su creador. Pero en este también hay otras hermosas criaturas que aparecen reclamando a Jesús como su hacerdor. Algunas de estas "creaciones" son:

1. Piojo. Los ftiriápteros comprenden más de 3250 especies con adaptaciones particulares para infestar aves, murciélagos y otros mamíferos. En el caso de la especie humana los piojos de la cabeza y de la zona púbica tienen sus "pinzas" adaptadas para ajustarse al grosor diferencial del pelo de la cabeza y el de la zona púbica. Los creacionistas al no aceptar la evolución por selección natural deberán tomar estas adaptaciones como obra de Jesús, "Porque por Él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra" (Colosenses 1:16)

2. Leucochloridium paradoxum, un platelminto (gusano) perteneciente a la familia Leucochloridiidae. Se encuentra principalmente en Alemania y Noruega entre otros países. Este gusano tiene un ciclo de vida que transcurre entre dos huéspedes. El caracol y las aves. Para llegar al intestino de las aves altera el comportamiento de los caracoles haciéndolos sibir a lo alto de la hierba a fin que puedan ser devorados por las aves, con ellos dentro. La transformación de los tentáculos oculares de los caracoles es producto de la larva de este hermoso parásito.

3. Avispa parásita. Estos insectos que hacen parte de la familia Ichneumónidae han de desarrollarse en el interior de orugas vivas. Para medrar en este ambiente hostil utilizan un virus que neutraliza el sistema inmunitario del hospedador. Las larvas de las avispas se comen vivas a las orugas de sus huéspedes.

Charles Darwin reflexionando dijo: "No puedo llegar a persuadirme de que un Dios benéfico hubiera creado adrede a los icneumónidos con la intención expresa de que comieran dentro de las orugas vivas, o de que un gato jugará con los ratones".

4. Pulga, insecto del orden de los sifonápteros, y que aparte de las molestías, que incluso los creacionistas alguna vez han sentido, pueden ser transmisoras de letales enfermedades. La pulga de las ratas Xenopsilla cheopsis, fue la responsable de transmitir la bacteria Pasteurella pestis, causante de la peste negra, y que mató a millares en la Edad Media.

5. Hongos varios que causan enfermades en las plantas.

6. Virus del VIH. (se muestra secuencia de su material genético)

7. Ascaris lumbricoides. Gusano nemátodo del intestino del hombre. Como este endoparásito recibe el alimento digerido, no requiere de un sistema digestivo, sino que absorve los nutrientes por su piel. Otra maravillosa adaptación es que sus huevos pueden sobrevivir en el exterior del huésped, tras ser expulsados con las heces de su hospedador, en el suelo esperando que un niño o adulto de la especie favorita de Dios, lo lleve a su boca y empezar así otra infección.

Pero estos huevos una vez llegan al intestino dan origen a unas larvas adorables, que perforan los intestinos de la creación favorita de Dios, para dirigirse a sus sistema circulatorio y de allí a los puilmones. Luego, suben a la faringe para terminar su ciclo y madurar en el intestino. Algunas veces la infestación es tan grande que los niños pueden vomitar las ascaris, y no en pocos casos los infantes han muerto por la obstrucción de estos a las vías respiratorias.

8. Acaros de la sarna (Sarcoptes scabei). (Se muestran sus efectos en un perro, el mejor amigo de la creación favorita de Dios) Estos artrópodos diminutos, tienen las adaptaciones para horadar en la piel de sus huéspedes, tanto caninos como primates.

9. Mosquitos. Las hembras de muchas especies de dipteros han terminado diendo vectores de otras especies muy bien adaptadas, que generan enfermedades como la malaria y la fiebre amarilla. Los mosquitos del género Anopheles están relacionados con la transmisión del protozoo Plasmodium, del cual varias especies causan la malaria, y el Aedes aegypti, transmisor del virus de la fiebre amarilla.

Cabe mencionar que los Plasmodium tiene unas formidables adaptaciones que le permiten evadir el sistema inmune humano. El parásito logra ingresar en las células del hígado, y en los glóbulos rojos en diferentes momentos de su ciclo. ¿Por qué será que los defensores del Diseño Inteligente no muestran este caso como ejemplo de evidencia de diseño que apunta a la necesidad de un creador?

Veamos la parodia vista desde la óptica de un piojo:




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Los animales que aparecen en un frasco y los tres primates de la parte final quedan para que los lectores adivinen quienes son.

Deseo terminar con una frase del naturalista David Attenborough:

"Mi respuesta es que cuando los creacionistas hablan de Dios creando cada especie individual como un acto separado, siempre citan como ejemplo colibríes, orquídeas, o girasoles y cosas bonitas. Pero yo, en lugar de eso, tiendo a pensar en un gusano parásito que está horadando el ojo de un niño sentado a la orilla de un río en África occidental, un gusano que le va a dejar ciego. Y les pregunto, ¿me estás diciendo que el Dios en el que crees, que siempre dices que es misericordioso, que cuida de cada uno de nosotros individualmente, estás diciendo que Dios creó este gusano que no puede vivir en ningún otro sitio que en el ojo de un niño inocente? Porque esto no me parece que coincida con un Dios lleno de misericordia."

Y en cuanto a la cancioncilla: ¡Si, venimos del mono. Nuestros genes lo dicen, los fósiles lo proclaman!

16 diciembre 2009

Acomodado e hipócrita

Publicado por Grupo Asobe



En estas fechas andan desaforados creyentes haciendo propaganda religiosa de, cada uno, su versión del supuesto nacimiento de Jesús.

Todos dicen que es tiempo de paz, de concordia y de amor (como si eso no debería ser siempre) y que es época para reflexionar sobre Dios y demás situaciones fantásticas y mágicas... por ello muchos dejan de lado las verdaderas realidades y se sumergen en su mundo de fantasía.

Todos tratan de hacer ver su punto de vista como el único y, como no, tratan de convertirte a la "única religión".

Dicen que Dios es su padre, Jesús su salvador y la Biblia la palabra irrefutable e inmutable del primero, la cual cumplen y es la guía para su vida...

Sin embargo, no conozco a uno sólo de todos estos creyentes que cumpla con la última de las directrices que supuestamente Jesús exigió a aquel que había hecho todo lo que tenía que hacer: Mateo 19:21 "Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".

Argumento necio del creyente como supuesta excusa del no creyente es que éste último no quiere aceptar a Dios porque le gusta hacer lo que quiere, una especie de libertinaje. Algo falso y absurdo ya que el no creyente se rige por las normas de convivencia social, no religiosas necesariamente, pero ¿el creyente cumple con todo lo bíblico o sólo con lo que le gusta? de ser así sería una actitud acomodada e hipócrita.

Así que a todo aquél creyente que pretenda sermonearme o convencerme o convertirme o algo por el estilo, primero quiero saber si ya cumplió con esto y después, sólo después, tendría la suficiente calidad moral para alegar ser un cumplidor fiel de las Biblia y de las supuestas enseñanzas allí contenidas como para tratar de convencer a otro que lo que cree es lo correcto.