12 marzo 2009

Ojos de perro

Publicado por Grupo Asobe

Camino a la fiesta, Dalia y yo vimos un chico cargando en la espalda un costal con un perro, la cabeza se asomaba, recostada en el hombro del joven que lo cargaba, de un lado a otro, de vez en cuando, el chico la tomaba y acomodaba de modo que no le estorbara al lado del oído, su lengua, inerte, descansaba ente las mandíbula que no volverían a ladrar o aullar a la luna, una luna llena y hermosa como la de hoy. Yo lo veía, con esa actitud que Tolstoi me enseñó en boca de José Revueltas, algo como: no cierres los ojos, por más crudo que el mundo sea. Eso…la cabeza de un perro muerto rebotando en el hombro de un joven a la luz del sol; no cierres los ojos, no llores, no grites.

– No está muerto, ¿verdad? –dijo Dalia

–No, está dormido– le dije.

Sin embargo, aún no puedo dejar de pensar en esos ojos de perro mirando al horizonte, soñando con un mundo que no deja de girar, como un revolver.

1 comentarios:

Daniel Rico dijo...

Que trizte, y que bien escrito esta.

¿Has notado que los perros nos miran como suplicando que entendamos algo que no nos pueden decir?

saludos.

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