05 enero 2011

Síndrome del Emperador

Vivimos en un mundo en el que aún se respeta en cierto grado la moralidad, y aunque ésta ha ido mutando con los años; variando en su concepto y limites, sigue siendo un elemento esencial para mantener el respeto para con nosotros mismos, alejarnos del barbarismo, y de la necesidad por abusar indiscriminadamente de los derechos de la integridad sicologica y material del prójimo.

Pero hay una tendencia acreciente en nuestra época contemporánea respecto a la conducta de ciertos niños, jóvenes y adultos a la que suele denominarse el Síndrome del Emperador: que se define cómo "Aquel individuo que no reconoce sentimiento de vinculación moral o emocional, ni con sus padres ni con otras personas o instituciones, aunque a veces pueden establecer lazos de amistad por conveniencia."

No hay consenso respecto si tal síndrome proviene de un efecto genético, educacional, o social
Pero si de que sus efectos en controversia se traducen, en una necesidad egocéntrica, fría y mezquina por conseguir caprichosa-mente interponer la propia posición sobre el resto, olvidando la empatía y el respeto por la autoridad. En algunos casos en la relación Hijo-Padre, donde el hijo responde con frialdad e indisciplina a las peticiones del padre.
La reacción insolente puede deberse a una responsabilidad compartida entre padre e hijos,

Respecto a los Padres tienden a ejecutar un enfoque familiar ambiguo, de espectáculo escénico, arbitrario e ideal: Lo que en base a un ideal de comportamiento, efectúan un desarrollo escénico sobre la necesidad de reacción del descendiente. Un comportamiento errático sobre un individuo (hijos) naturalmente perceptivo, perspicaces y realistas, que como personajes responde indiscriminadamente a las peticiones de la idealidad autoritaria. La diferencia trascendental entre estos y los malcriados es que el primero el "Síndrome del Emperador" es respuesta a una situación que no es generada necesariamente por quién padece éste síndrome, y su respuesta expone pragmatismo, soberbia, frialdad, y un cierto grado de inteligencia. Mientras el padre busca corregir emite un mensaje emotivo a quien en un estado distinto no se somete a una escena que no le corresponde a su estado perceptivo temporal, la sucesiva generación de estos patrones de conducta termina descadenando en escenas a un más grotescas desde el punto de vista moral en la relación intrafamiliar, que terminará deteriorando la relación afectiva y desarrollando en el descendiente una independencia emocional respecto al resto de la sociedad.
En segundo lugar el malcriado tiene como impulso un estado emocional-temperamental, se inicia con un acto pretencioso y destructivo.

Podemos inferir de uno de los textos de Albert Einstein éste síndrome, Al ver en tal personaje tal síntomas no generamos mayor prejuicios y no obstante pudiera haber generado las mismas consecuencias que aquellos niños que sus padres consideran un peligro inminente a corto o largo plazo, lo importa es en estos casos entender nuestro propio comportamiento, nuestra propia escena en el momento en que intentamos controlar o educar a nuestros hijos, entender y empatizar con la conducta de nuestros hijos, y buscar variantes ajenas para desarrollar conductas y vinculos emocionales padre-hijos-sociedad.

Albert Einstein
"Mi apasionado interés por la justicia social y la responsabilidad social ha estado siempre en curioso contraste con una marcada falta del deseo de asociación directa con hombres y mujeres" "soy caballo para un solo recado, no estoy hecho para el tándem ni el trabajo en equipo. Nunca he pertenecido de todo corazón a un país o un Estado, a mi círculo de amigos, o siquiera a mi propia familia. Estos vínculos siempre han estado acompañados de un vago apartamiento, y el deseo de encerrarme dentro de mi mismo aumento con los años"

"Ese aislamiento resulta a veces amargo, pero no lamento estar separado de la comprensión y la simpatía de los otros hombres. Sin duda que pierdo algo por ello, pero me compensa de ello el hecho de volverme independiente de las costumbres, las opiniones y los prejuicios de los demás, y no siento tentación de afirmar la paz de mi espíritu sobre bases tan cambiantes."